martes, agosto 15, 2006

El sueño de la razón produce sueño

Estaba hablando con Sebas sobre el por qué las mujeres que andan con los pies ligeramente desviados hacia dentro tienden a disfrutar de unos traseros impecables, cuando me ha llamado Eva y tras un "ésta te va a encantar" me ha contado la historia de un paciente al que trata desde hace unas semanas. Este hombre, de unos 45 años, dice que cada noche en sueños revive exactamente el día en el que se encuentra, pero retrocediendo diez años en el tiempo. Si hoy es 15 de agosto de 2006, esta noche se encontrará reviviendo el día 15 de Agosto de 1996, y mañana el 13 y pasado el 14. Menudo jaleo. Así, estos últimos días le cuenta que ha soñado que se encontraba en la costa disfrutando de unas vacaciones junto a su esposa, sus dos hijas de siete y cuatro años, y su hijo de tan sólo seis meses. Por supuesto, ahora tienen 17, 14 y 9. Le dice que en la playa lee el mismo periódico deportivo que tuvo en sus manos hace diez años, y lleva el mismo bañador verde que llevaba entonces, y juega con sus hijos y va a comer al chiringuito y planea excursiones exactamente como lo hacía entonces. Todo igual. Yo entonces, tratando de buscar un sentido lírico a tamaño berenjenal, he preguntado si no sucederá que este hombre por aquellas fechas sufrió una gran pérdida o un gran desengaño que cambiase su vida para siempre, e incluso he sugerido que ahora que se está acercando de nuevo a ese momento fatídico, si no le saca alguien de esa dinámica demoniaca, quién sabe, tal vez se vaya una noche al pasado y no vuelva. O algo. No sé.

Mientras acababa de exponer mi teoría he oído al otro lado del teléfono las uñas de Eva tamborileando en una mesa. Luego, un resoplido. Al fin, ha hablado: "Pero, hombre, que es imposible que alguien reviva exactamente los mismos días que vivió diez años antes, por orden y con cada detalle de cada día, no me jodas... Nuestra mente no almacena una información tan detallada. Seguro que el bañador que sueña que lleva es el que entonces llevaba, sí, y que las caras de sus hijos son tal como eran, sin duda, cómo olvidarlo. Pero lo demás es invención. No, el problema de este hombre no está en que reviva su pasado, sino en que lo reescribe, y da la impresión de no saber distinguir qué fue real y qué está siendo reinventado. Además dice que no, que aquel fue un verano normal dentro de un año normal, un año sin más recuerdo imborrable que el nacimiento de su hijo...".

Eva ha hecho entonces ha hecho una pausa brusca y ha cambiado de tema, que es su forma de decir que se acabó la conversación. No le gusta dudar en voz alta, en eso tampoco nos parecemos. Así que me ha preguntado, por ir liquidando, "bueno, ¿y a tí que tal te va?", y yo le he respondido: "pues verás, hablando de sueños, ¿a que no imaginas de quién era el mensaje que me han dejado hoy en el contestador? Pues de aquella novia que tuve, ¿te acuerdas?, la que soñaba con catedrales...". Y Eva ha puesto su tono de voz más severo y me ha dicho: "cielo, ten mucho cuidado, por favor".

Fotografía de Thierry Le Gouès.
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