miércoles, abril 30, 2008
La música callada, la soledad sonora
Low. Live In Amsterdam. 02.02.05
I knew this girl when I was young
She took her spikes from everyone
One night she swallowed up the lake
That's how you sing amazing grace.
[N de la R: Este post va dedicado a mí mismo.]
domingo, abril 27, 2008
Y Ken Follett dijo: "es como montar en bicicleta"
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Una vez me hube enemistado con un número considerable de asistentes aquello comenzó a ir un poco mejor. Nos hicimos fuertes en un rincón de la sala, y allí se dijeron cosas como que si en un Día del Libro te regalan tres zafones y cuatro follets tienes un problema, pero que si no te regalan ninguno casi seguro que tienes otro. Y se estaba casi cómodo y el alcohol era abundante, pero pronto la joven esposa de un hombre muy importante comenzó a tirarme los trastos de manera nada sutil, e intenté zafarme diciéndole que me dejase en paz, que tan sólo soy un niñato como otro cualquiera, con sus manías, sus ventanas por limpiar y su fondo de escritorio de Adriana Lima, pero no soltaba su presa y acabé huyendo de la fiesta, casi a la carrera.
Luego me pasé por casa de Martina, quien me regaló una preciosa edición de La Historia del Ojo, y si su novio no llega a poner orden me la habría comido a besos allí mismo. Nos sentamos a tomar una copa, pero comprobé que arrastraba un verbo devastado por el alcohol y decidí que era hora de volver a casa. Y eso hice, con un libro bajo el brazo, dos copas de más, y la certeza de que no existe tarea menos provechosa que la de tratar de descifrar a la mujer de otro.
miércoles, abril 23, 2008
El bicho que te haya picado bien merece un documental
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A veces pienso que soy el único ser cuerdo que queda sobre la faz de la tierra, así que muy bien tampoco debo de estar.
viernes, abril 18, 2008
You said "it's just like a full moon"
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A qué viene todo esto, se preguntarán. La verdad es que no lo sé. Creo que lo que quiero decir es que aunque durante la mayor parte del tiempo uno puede dejarse llevar en esta enrevesada travesía en canoa para uno, y detenerse a contemplar el paisaje y juguetear con las aves tropicales que se posan en la proa y echar una cabezada bajo el sol, también hay momentos en los que la corriente te conduce irremisiblemente hacia la sima, y entonces de poco sirve quejarse o contar con una eventual llegada de refuerzos. En esas ocasiones tan sólo queda arremangarse y remar, dosificando el esfuerzo por si la batalla se alarga, los cinco sentidos puestos en no caer. Y si nos vemos obligados a acercarnos a la orilla y desembarcar, mejor tener un rifle a mano y munición en abundancia.
lunes, abril 14, 2008
Así es imposible
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Con prisa me da un beso protocolario, y con prisa sale de casa. Me levanto y me dirijo al salón. Todo es allí diferente. Me acerco a una estantería y veo libros que, no me cabe la menor duda, son suyos, y otros que no reconozco, por lo que supongo que serán míos, de ese yo que sería si aquello no hubiese sucedido. Vuelvo a la habitación y me asomo al espejo. Sí, soy yo, aunque diferente. No sabría decir en qué, el gesto quizás. Por un instante me echo de menos, la nostalgía de la antigua desdicha. Pero es sólo un instante. En realidad siento que no podría ser más dichoso. En realidad estoy eufórico. Bien, se acabó, pienso, ahora me despierto. Pero no. Así que me visto y salgo de casa. Me dirijo a una librería y allí compro tres libros que, no importa quién sea ahora ni durante cuánto tiempo, jamás deberían faltar en mi estantería. Luego entro en una cafetería, la cafetería habitual. Tomo una mesa y pido un café. Cuando lo acabo no sólo no he despertado, sino que estoy aún más confuso. De repente, ya recuerdo la anécdota que ella rememoraba antes, y recuerdo qué es eso a lo que tengo que ir hoy, y recuerdo también que trabajo en una oficina en la que se estarán preguntando por qué no he ido. Y lo que ya casi no recuerdo es todo lo relativo al otro yo. Se me ocurre que quizás no esté soñando sino que acabo de despertar de un sueño, un sueño ucrónico, un sueño cruel.
Poco a poco la euforia va siendo sustituída por los avatares del día a día, y al cabo de un rato ya apenas recuerdo nada. Pienso que debería llamar a la oficina e inventarme algo, y enseguida pienso que, total, para qué, si en un par de horas tengo que ir a eso. No hay prisa. Así que decido pedir otro café. Y abro uno de los libros que he comprado. Entonces cae una gota de agua sobre su primera página. Está lloviendo, pienso. Pero enseguida caigo en que estoy en una cafetería. Dentro de una cafetería. No cuadra. Me fijo en la gota que cayó sobre el libro y veo que todo lo escrito se desparrama como una acuarela. Luego cae otra gota sobre la mesa, y la mesa comienza a difuminarse. Después cae otra gota sobre mi brazo, y mi brazo... El cuadro. El baúl. Las sábanas negras. Mierda.
Mierda.
miércoles, abril 09, 2008
Clear C_MOS
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Ya ven qué gilipolleces se me ocurren estos días.
También pienso mucho, no sé a cuento de qué, en una antigua novia que en la hora de la despedida me reprochó que fuese demasiado poco celoso. Yo, desorientado por lo peregrino del argumento, le pregunté si no se había planteado el que no fuese ausencia de celos sino de amor. Pero ella dijo que no, que imposible, que yo la quería mucho, pero que era poco celoso, y que adiós. Más tarde he vuelto a toparme con más mujeres de esas para las que los celos son una exigencia, y que no conciben más desamor que el propio. Siempre traen problemas.
Ya ven las insustancias que llenan mis pensamientos estos días. Insustancias y gilipolleces. La culpa es del entretiempo. Yo detesto los entretiempos, en lo estacional, lo climatológico y lo filosófico. En los entretiempos todos andan ensimismados, planificando sus futuros más inmediatos, ensayando cambios de imagen, prisioneros de un optimismo desmedido, pero yo en cambio pienso en bobadas y camino mirando al suelo, ausente, y me empeño en transitar la peligrosa linea que separa melomanía y coprofagia. En los entretiempos todos miran al frente, pero yo, al contrario, me entrego a la nostalgia. Y la nostalgía es una carretera cortada, un despeñadero. Si se me apareciese el genio ese que concede deseos y me concediese uno sólo, sería por supuesto el de pasar un día en el interior de la cabeza de Paris Hilton. Pero si se me concediesen dos, el segundo sería el de ser sometido a uno de esos lavados de cerebro que abundan en la ciencia ficción mala, esos mediante los cuales un letal asesino se transforma en humilde relojero. Y olvidarlo todo. Hacer un reset y empezar desde el cero más absoluto. Yo por deshacerme de todos mis recuerdos estaría dispuesto incluso a renunciar a los buenos, incluso a tener que volver a aprender a hablar y a caminar y a hacer mis necesidades en los lugares indicados. Por olvidarlo todo yo estaría dispuesto incluso a dar un par de extremidades.
viernes, abril 04, 2008
Mañana será demasiado tarde
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- ¿Qué era lo que me querías decir?
- ¿Yo? Nada ¿Por?
Estamos en una cafetería nueva, de diseño muy moderno. La iluminación es minimal y el mobiliario sobrio a la par que elegante. Un lugar divino. Pido un café. Las tazas son del tamaño de las de la cocinita de playskool. Pido dos cafés más. Luego damos un paseo y acabamos frente al escaparate de una tienda de lencería. Señalo un salto de cama verde pistacho e impostando una voz de completo idiota le susurro al oído: "eso, reina, te quedaría de muerte". Y a continuación coloco una mano en su trasero. Y entonces oigo la voz de mi madre. Muy nítida. Dios mío. Esto sí que es serio. Pero miro alrededor y no, las voces no están en mi cabeza, sino que, efectivamente, ahí está mi madre. Con mi padre.
- ¿¡Qué coño haceis vosotros por aquí!?
No me hacen ni caso. Se abalanzan sobre Marta. Se presentan. "¡Al fin nos conocemos!". Marta me mira y en su cara se dibuja un diafano "te jodes". La interrogan con saña, pero ella se muestra impecable, con la seguridad de quien se sabe infalible en las distancias cortas, letal en el mano a mano. Y, claro, les cae fenomenal, a mi padre porque es guapa y a mi madre porque siempre le cayeron bien todas las mujeres que le presenté. Hasta las peores. Y las peores fueron muy peores. No sé en qué lugar me deja eso. ¿No se supone que debería ser al revés? Las más descerebradas siempre fueron para ella "muy dulces", las más maleducadas "muy simpáticas". Marta gesticula y sonríe. La víbora. Hablan como si se conociesen de toda la vida, como si yo no estuviese. Mi madre le dice que el Domingo va a preparar su famoso goulash, y que tiene que ir, que tenemos que ir, que no acepta una negativa. Marta me mira y en su cara se dibuja un diáfano "¡te jodes!". Mi padre me mira y se ríe. Yo no le veo la gracia. Aunque, bien mirado, igual sí que la tiene.
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