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miércoles, agosto 29, 2007
Vamos a morir
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lunes, agosto 27, 2007
Joystick
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viernes, agosto 24, 2007
No sabemos a lo que jugamos
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martes, agosto 21, 2007
Vacaciones en el bar
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¿Recuerdas aquellos sábados en los que antes de salir hacia una terraza veraniega nos apostábamos frente al espejo, una hora, dos horas? "Yo me pongo los zapatos blancos de tacón, tú ponte el cinturón rojo". Teníamos un ineludible compromiso de elegancia para con nosotros mismos. Aquello era importante. Hoy en cambio podríamos intercambiar nuestras sandalias, que nadie se daría cuenta.
¿Recuerdas aquel bar, con sus ventiladores en el techo, en el que dejábamos pasar las horas hablando de poetas mexicanos, del gato de Schrödinger, del movimiento metabolista? "Y Deleuze, qué, ¿eh? Bueno, ¿eh?". Teníamos hambre, cabalgábamos a lomos de un ansia. Hoy seguimos en el mismo bar, sí, pero ahora nos dedicamos a vaciar barriles de cerveza mal tirada mientras hablamos de Fernando Alonso y los tipos de interés.
¿Y recuerdas aquellas tardes de piscinas municipales y cuarenta grados a la sombra? "Aplícame un poco de crema en la espalda, cielo". Nos tumbábamos en nuestras toallas y dejábamos pasar el tiempo, jugando a las cartas, echando una cabezada, ojeando revistas francesas, flirteando. Hoy en cambio vamos de un lado a otro sin fijarnos en los ojos de aquellos con quienes nos cruzamos, ciegos, resabiados. Nos han convencido de que pasó nuestro tiempo, de que ahora sólo nos queda conservar lo entonces logrado.
Y ahora llega ese momento en el que dejo caer una frase que de forma mágica sirva para cuadrar este alegato. Un detalle irónico, un truco retórico, un giro sentimental. La frase. Ya sabes. "La frase".
No has entendido nada.
viernes, agosto 17, 2007
Ansiolíticos y sobrasada
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- Cielo, ¿estás bien?
- No lo sé. Creo que me estoy transformando en piedra.
martes, agosto 14, 2007
Cosas tras el sol
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- Cariño, es asombrosa la cantidad de idiotas que me has presentado a lo largo de tu vida.
También dice que si no hubiese conocido a todas esas taradas su visión del género femenino en su conjunto sería, hoy, mucho más positiva. Yo cuando dice cosas así me revuelvo y discrepo, a ver qué remedio. Pero la verdad es que tiene más razón que un santo. Porque a mí las mujeres me gustan coquetas hasta la parálisis, superficiales hasta la perfidia, vanidosas como casiopeas. Primo en ellas el menor detalle estético en detrimento de cualquier excelencia intelectual. Y así me luce, claro.
viernes, agosto 10, 2007
La boca del lobo
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martes, agosto 07, 2007
La saña
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Unas horas después le juré amor eterno, como hago siempre. Se llama Daniela. Le encanta que le hagan cosquillas. Cocina la mejor lasaña de verduras que haya probado en mi vida.
miércoles, agosto 01, 2007
Yo nunca te prometí nada
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Está enfadadísima.
Por milímetros consigo esquivar el "2666" que me lanza con la peor de sus intenciones. Luego coge un vinilo de Ornette Coleman y lo parte en dos con su rodilla. Toma el Brian Wilson de escayola y lo arroja por la ventana. Hace un amago de irse, pero vuelve sobre sus pasos, agarra el retrato de Fridjof Nansen y lo destroza contra el marco de la puerta. Y comienza a gritar.
"¡Eres un hijo de la grandísima puta!".
Tan sólo alcanzo a arquear una ceja.
"¡Eres un desgraciado!".
Tan sólo alcanzo a levantar un dedo en señal de desacuerdo.
"¡Eres un fracaso!".
Alto ahí. Eso no. ¿Un fracaso yo? Me veo obligado a defenderme. Hablo. Pero descubro que cada frase que sale de mi boca suena como el puñetazo al aire de un boxeador sonado. Que cada argumento nace muerto.
Igual tiene razón. Igual es verdad que soy un fracaso.
Quise ser una estrella del rock, pero me equivoqué de instrumento y acabé tocando uno que sólo le interesa a pelirrojas y maricones. Quise ser un deportista de élite, pero me equivoqué de disciplina y acabé practicando una que sólo le interesa a rusos y oligofrénicos. Quise escribir como Elfriede Jelinek, pero acabé rellenando un blog que más bien parece el diario íntimo de Paris Hilton. Quise conducirme en la vida con la elegancia de un Brian Ferry, pero mis cajones acabaron repletos de camisetas con leyendas como QUE ALGUIEN CIERRE YA EL ARMARIO, como CEDA EL VASO, como THE LAST OF THE FAMOUS INTERNATIONAL PLAYBOYS.
Pues sí.
Soy un inagotable surtidor de frustraciones.
Una mascletá de rotundos errores.
Un Corte Inglés de fenomenales decepciones.
Un fracaso. Un enorme fracaso. Un descomunal fracaso.
Bueno. Menos mal que estoy como un tren y aún puedo echar un polvo de vez en cuando.
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