Hoy he quedado a desayunar con Martina, a pesar de que hace poco constatamos que últimamente nos estábamos viendo demasiado y que deberíamos hacerlo menos, para luego cogerlo con más ganas. Pero resulta que le tenía que devolver su ampli, así que nos hemos citado en una taberna muy vieja que nos encanta porque está repletita de zumbaos. Allí al que no le falta un tornillo le falta la caja de herramientas al completo, un escándalo. Aunque también nos gusta por su tortilla de patata, que es como para darles una estrella michelín, o casi mejor un abrazo. Mientras esperaba he estado leyendo un relato breve de Slawomir Mrozek, un autor especialista en lo minimal que recomendaban en uno de esos blogs que tienen ahí a la derecha. El relato en cuestión va de dos exploradores que, tras quince años de búsqueda, encuentran al fin en una isla el tesoro del capitán Morgan. Al desenterrarlo comprueban que allí dentro no hay riqueza alguna, tan sólo una nota escrita por el tal Morgan que dice "besadme el culo". Al verlo uno de los buscadores, muy digno, hace un discurso sobre la prevalencia de la búsqueda sobre el hallazgo, y dice que lo que de verdad cuenta es el esfuerzo de perseguir y no el hecho de alcanzar. Entonces el otro se lo carga allí mismo mientras dice "me gustan las moralejas, pero sin pasarse". Me ha hecho gracia, y al llegar Martina ha preguntado "¿y tú de qué te ríes?". Venía hecha una fiera, diciendo que si a los músicos cabe catalogarlos en cuanto a grado de idiocia, de menor a mayor, en americanos - españoles - ingleses - franceses, en el mundo del cine allí ya sí que no se salva ni uno, todos franceses, del mismísimo centro de París. A continuación ha seguido echando espumarajos por la boca, y al final se ha cagado, entre otras muchas cosas, en los hermanos Lumiere, en las clases medias y en las tiendas de moderneces sport del centro. No he tenido más remedio que apuntar que la iconoclastia le sienta de miedo.
Cuando se ha dado por finalizada la catarsis me ha comentado, así como de pasada, que vaya cómo tengo el blog esta semana, que parece la parada de los pirados, con tanto agora y tanto neurótico. Dice que a ella le gusta, pero que como siga así voy a espantar a las visitas. Luego me ha preguntado si me sucede algo. Yo le he dicho que no, que me veo bien, un poco acatarrado en lo tangible pero muy entero en lo espiritual, y que si quiere tengo más historias de esas. Después ha preguntado, textual: oye, ¿no será verdad que te guardaste un pelo en el bolsillo?. Le he tenido que repetir que no se crea nada, que lo que sucede aquí es todo ficción cuando no leyenda, y que si pudiese tomar unos metros de altura sobre su propio ser se daría cuenta de que ella también lo es, simple ficción, puro invento, una quimera. Ha asentido, le ha dado un trago a su café, y luego me ha dicho que no tengo idea de lo bobo que me pongo en ocasiones. Después hemos vuelto a hacer el propósito de tratar de vernos un poco menos, ya saben, para luego cogerlo con más ganas. Y al final hemos quedado en ir juntos a un concierto, el martes que viene.
Fotografia de Christoph Gilbert.
jueves, noviembre 16, 2006
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