lunes, octubre 23, 2006

Soy panadero, trabajo en un horno, y por las noches...

Hoy he cogido el teléfono, he llamado a Martina, y le he recriminado que ahora siempre tengo que telefonearla yo, que ella no lo hace nunca, que qué pasa, que si ya no me quiere. Ella me ha dicho que no siente la necesidad de llamarme porque entra aquí una vez por semana y para ella eso es como si hablase conmigo, y que así ya sabe cómo estoy. ¿Y cómo estoy ahora?, he preguntado. Ahora mismo estás un poco tonto, ha respondido. Yo le he dicho que esto como diversión, para jugar a ser seis y hasta como terapia, sí, vale, pero que como sustitutivo de una mirada, pues como que no lo veo. Ella ha dicho que vaaale, que no sea tontito, que mírale, pobrecito, y que me va a llamar más.

Luego me ha dado un repaso. Ha dicho que le hace mucha gracia cuando convierto los títulos de los post en una especie de gymkana de referencias cruzadas y dobles sentidos, pero que no le gustó nada eso de "pelármela como un mono". Dice que esa no es una expresión adecuada para un sitio fino, y que si sigo diciendo cosas así jamás me querrá nadie y me moriré sólo. Yo le he contestado que eso, morirse, es algo que siempre se hace en solitario. No empieces, ha zanjado ella, y después se ha ensañado diciéndome que, por cierto, eso de la "presencia agradable" sería antes, porque lo que es ahora estás hecho un asquito.

No he tenido más remedio que decirle que tanta crítica así, en Domingo, amenazaba con hacer mella en mi autoestima, y entonces, su sed de mal al fin saciada, ha cambiado de tema y me ha comentado que ahora todos los Domingos por la mañana bien temprano sale a correr con su chico. Y que si me apunto. Cuando han cesado las carcajadas me ha dicho que se ha comprado para la ocasión un conjunto rojo delanike que es una preciosidad y que le va divino con, atención, el color de los auriculares de su iPod. Huelga decir que he aprovechado la ocasión para igualar un poco tan bronco partido. Por último ha añadido que su chico está un poco fondón y que al pobre le cuesta un mundo seguir su ritmo, pero que se deja el alma porque es consciente de lo muchísimo que se liga haciendo footing los Domingos por la mañana, y que sabe que si la pierde de vista luego igual se la encuentra tomándose un café con cualquier fulano. Me asegura que en un mes le tiene hecho un pincel. Luego ha gritado que se le quemaba algo, y ha colgado.

Fotografía de Robyn Swank.

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