jueves, septiembre 07, 2006

Feliz en tu día

Eva me dice que no le regale un libro, que ha mirado en las estanterías y los tiene todos. Y dice que no, que zapatos tampoco, porque la alimentación de fetichismos y perversiones ha de situarse siempre fuera del contexto de la familia. Estoy de acuerdo. Hoy es su cumpleaños, y me cuenta que esta mañana sus hijas se han levantado temprano y le han preparado el desayuno y se lo han llevado a la cama en una de estas bandejitas con patas. Y resulta que se lo han puesto encima cuando aún estaba dormida, soñando con el nepalí este enano que ha salido en las noticias, y al notar el peso de la bandeja ha tenido la impresión de que el enano bailaba sobre su estómago, y se ha sobresaltado y ha dado un grito y ha tirado todo el desayuno. Dice que mis sobrinas se han puesto a llorar desconsoladas, pobrecillas, y que esta tarde no va a tener más remedio que dar su brazo a torcer y llevarlas a un McDonalds.

Más cumpleaños: el de Martina, que fue el Domingo pasado. Desde que decidió comenzar a utilizar su talento en el vulgar empeño de hacer dinero cada vez nos vemos menos, así que decidí plantarme en su nueva casa con un ejemplar de segunda mano, una preciosidad, de "La Montaña Mágica". Al recibirlo me preguntó si era consciente de que esa era la tercera vez que le regalaba el mismo libro, y salí del paso con elegancia, dando un convincente discurso sobre el intrínseco valor de las tradiciones y lo maravilloso que puede llegar a resultar que el norte esté siempre en el mismo sitio. Martina me contó después que hacía poco que había soñado conmigo, un sueño en el que ambos éramos los protagonistas de un porno de estos elegantes, muy Andrew Blake, con mucha luz cenital y mucha decoración zen y mucho plano descuadrado. Y que nos poníamos al tema de forma muy profesional y cada medio minuto venía una ayudante del director y nos obligaba a detenernos para secarnos el sudor de la cara y de los muslos. Luego me dijo que en una de las posturas que adoptamos agarré su cabellera y al tirar der ella hacia mí le hice un poco de daño, que la próxima vez tenga más cuidado. Hay que añadir que al novio de Martina, allí presente, la narración del sueño le resultaba divertidísima. El sabrá.
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