¿Alguna vez han llegado a casa y han oído un revuelo procedente del salón, y al llegar al mismo han visto a su hija con un ligue, ambos sentados, tiesos, quietos, en silencio, en el televisor anuncios? ¿Nunca? Bien, eso está bien.
Yo jamás rompí una guitarra por simple pose. Todas las que cayeron lo hicieron porque no se dejaban domesticar, las muy hijas de puta, y acababan encontrando su merecido estampadas contra la pared. Mi acercamiento a cualquier aprendizaje fue siempre desastroso. Peor: enfermo. Cuando jugaba al ajedrez me sabía todos y cada uno de los movimientos de todas y cada una de las partidas de mis jugadores favoritos. Cuando agarro un libro que me resulta interesante soy capaz de leer durante cincuenta horas seguidas, y no es hasta que al fin lo cierro que caigo en que tengo sueño, que tengo hambre y que me meo. Para mí una tarea novedosa no es un pasatiempo ni una ilusión ni un reto, es una carencia fatal, un defecto al que hay que poner remedio de inmediato. Huelga decirlo, como estudiante fui una pesadilla. Mis calificaciones eran buenas, pero mi actitud era nefasta. Al comunicarle a un profesor uno de mis catorce cambios de colegio juraría que le vi llorar de alegría.
¿Alguna vez han llegado a casa y se han visto asaltados por un silencio excesivo, y al llegar al salón han visto a su novia tirada en el suelo, un bote de pastillas vacío encima de la mesa? ¿Nunca? Bien, eso está muy bien.
El problema era el aburrimiento. Esa suerte de aburrimiento atroz que conduce irremediablemente a la estupidez. Sería más tarde cuando al fin aprendiese mi mejor truco: cuando nada de lo que haya a tu alrededor te importe una mierda, abstente de buscar nuevos retos; limítate a disimular. Cuando seas incapaz de ilusionarte con nada, cuando se te acaben los sueños, finge. Elige a una persona cualquiera de tu entorno y vampiriza sus ilusiones, hazlas tuyas. Deseo ganar el dinero necesario para comprarme un vehículo velocísimo con el que hacer viajes de placer a Suances. Pues que así sea. Deseo sentar la cabeza junto a una mujer bella, inteligente y muy valiente. Pues que así sea.
¿Alguna vez han llegado a casa y han oído un revuelo procedente del salón, y al llegar al mismo han encontrado al fantasma de las navidades pasadas, el de las presentes y el de las futuras jugando a las cartas, y uno de ellos se ha girado y ha exclamado "¡de puta madre, nos faltaba uno!"? ¿Tampoco? Joder.
miércoles, agosto 19, 2009
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