- ¿Cómo que el padrino?
- Pues eso, el padrino. Del niño. En el bautizo. Lo hemos hablado y queremos que seas el padrino.
- ¿Queremos? No me hagas reir. Tú quieres que sea el padrino, tu chico quiere que me muera.
- Qué va a querer que te mueras, gilipollas...
- Vale, pero tampoco quiere que sea el padrino.
- Que sí que quiere.
- ¿Se lo has dicho?
- No, ya le damos la sorpresa en la iglesia. No seas imbécil, pues claro que se lo he dicho.
- No me lo creo.
- Pues llámale tú y se lo preguntas.
- Y a tí tampoco te veo muy convencida.
- Mira, no vas a conseguir cabrearme. Y vas a ser el padrino.
- Pero es que creo que no puedo.
- Por qué, a ver...
- Porque no soy católico y el cura no me va a dejar.
- No te van a hacer ningún examen, sólo tienes que estar allí y salir en las fotos.
- ¿Seguro? ¿Se lo has preguntado al cura?
- Se lo he preguntado al papa.
- Tú ríete, ya verás como luego no me dejen.
- Que sii, que te deejan.
- No sé. ¿Y qué tengo que hacer?
- El bautizo es el domingo a mediodía, tienes que pasar la noche del sábado en mi casa, te preparo una habitación.
- Anda. ¿Es una tradición de los bautizos?
- No es ninguna tradición, es que te conozco.
- O sea, que no te fías de mí, pero quieres que sea el padrino.
- Para unas cosas no me fío, para otras sí. Y mi hijo no se va a bautizar sin su padrino.
- Pues no me parece normal que por un lado estés diciendo que...
- Que no me marees. Vas a ser el padrino, y punto.
viernes, agosto 28, 2009
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