- ¿Cómo que no te puedo tocar?
- Pues eso, que yo os miro pero no me podeis tocar.
- ¿Desnuda?
- Sí, pero no me podeis tocar.
- ¿Y tu amiga está de acuerdo?
- Ya lo hemos hecho antes.
(...)
Me echo a un lado, me tumbo boca arriba, resoplo, y antes de que pueda decir nada, un halago para su estupenda cabellera negra o un comentario jocoso que ayude a aligerar la atmósfera, no me da tiempo a decidirlo, se levanta a toda prisa, recoge sus cosas, el pantalón estampado, la camiseta negra de tirantes, unas sandalias, la ropa interior azul, las gafas sobre la mesilla, y se mete en el baño. Su amiga, sentada junto al quicio de la puerta, exhausta, un mechón de pelo empapado atravesándole el rostro, se levanta y se tumba a mi lado.
- ¿Te has enterado de lo de Júpiter?
- ¿Qué pasa con Júpiter?
- Que un meteorito ha caído sobre su superficie y ha dejado un cráter del tamaño de la tierra.
- No me digas.
- Lo han visto los chinos con el telescopio.
- Ya.
- Dicen que un impacto así podría llegar a modificar su órbita.
- ¿Los chinos?
- Los científicos. También dicen que eso podría causar un efecto en cadena que destruyese todos los planetas de la Vía Lactea en menos de un año.
- Pues qué mal.
- Fatal.
- Mal rollo.
- Sí. Mal rollo.
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