
Sebas dice que su definición de felicidad tiene que ver con aquel día en el que con su primer salario se compró un coche de segunda mano y luego fue a recoger a su novia, y con ello me da la razón. Martina dice que su definición de felicidad tiene que ver con el día en que nació su hijo, y pretende decirme que si lo más importante sucedió justo ayer también puede suceder justo mañana, pero sin querer lo que hace es ponerme otro clavo. Eva dice que lo que me pasa es que me aterra la idea de que las cosas me vayan bien porque tengo una concepción determinista del pasado, ajeno al hecho de que casi todo acontece sujeto a un mero azar. Que hay cosas que no se merecen ni se maduran: tan sólo suceden. Y es posible que tenga razón. Igual me quejo de vicio. O igual exagero. Puede ser. No sé. Quizás lo único que me pasa es que a veces me gustaría reencarme en mí mismo hace unos años, y revivir aquellos chispazos que hacían que todo saltase por los aires, y esta vez tener bien presente que no hay que bajar nunca la guardia. Que a veces me gustaría reencarnarme en mí mismo hace unos años, y revivir aquella emoción de lanzarme al vacío hoy sí y mañana también, y esta vez ser consciente de que el revolver que nos dieron sólo tiene ocho balas. Que a veces me gustaría reencarnarme en mí mismo hace unos años, y revivir aquellos días con ella, y que esta vez no se muera.