
Llego a casa, algo que llevo deseando desde que me levanté con esta resaca mortal, y procedo a poner en marcha el plan previsto: me haré un sandwich con lo primero que encuentre, luego una ducha y después me dejaré caer en el sofá dispuesto a vegetar frente al televisor durante horas. Pero en el paso 2 deja de parecerme tan buen plan. Descubro que la verborrea, las sonrisas y el buen rollo me han hecho mella, y que ahora necesito desesperadamente una copa. Y comienza a no parecerme tan mala idea lo de ir a ese bar. Así que hago un par de llamadas buscando compañía, pero en ambas recibo la misma respuesta. Acuéstate ya, animal. Nada. Da igual. Me cambio y salgo de casa.
Cuando llego al bar me llueven saludos. ¡Pensábamos que no vendrías! El dj le dice a la camarera que me ponga lo que le pida, que él se hace cargo. Me rodean y me convierten en el centro de la conversación. Me preguntan por mi pasado y por mis planes de futuro, y más risas y más alegría. Están encantados. Y aunque habitualmente huyo de esas situaciones como de la peste, esta vez he de reconocer que estoy a gusto. Bebemos y charlamos, y al rato aparece la chica de la propuesta laboral.
- Ya sabía que cambiarías de idea.
- No he cambiado de idea.
- Sí que lo has hecho.
- Que no.
- Que sí.
Y se aleja un par de metros y empieza a mecerse al ritmo de la música. Y luego extiende sus manos, y con sus dedos índice me invita a que me una a su baile. Es entonces cuando sucede algo extraordinario: abandono mi cuerpo y me elevo un par de metros sobre mí mismo. Y veo la escena desde fuera, la niña bailando y yo mirándola desde la barra con cara de gilipollas. Y comienzo a preguntarme si esto era todo. Si por esto necesitaba una copa, si por esto he llamado a dos personas que sabía de antemano que no me acompañarían, si por esto la inquietud. Y comienzo a sentir un asco profundísimo que me sitúa al borde de la nausea. Y caigo violentamente de vuelta a mi cuerpo, y a continuación pido que me disculpen, que he de ir al baño. Y hacia el baño que me dirijo, pero cuando estoy llegando vuelvo la vista atrás, y compruebo que nadie me mira, así que cambio de dirección, salgo del bar y me voy a mi casa.