viernes, diciembre 07, 2007

El secreto de la inmortalidad

Dos años antes de la grabación de "Respect" o "Chain Of Fools", tres de la de "I Say A Little Prayer" y "Lady Soul", una Aretha Franklin de apenas 23 años, aún una semi-desconocida, se abalanza sobre el "Sweet Bitter Love" de Van McCoy, la amarga historia de un amor recién frustrado, y lo transforma en un crescendo que asciende apoyado en una demostración no de técnica sino de sensibilidad, sutileza e intuición, hasta redondear una pieza, casi un aria, que enseña tanto de la exhuberancia del gospel como del aprecio por la mesura y los silencios de la música pop. Al empezar la canción Aretha nos dice, contenidísima, "sweet, sweet bitter love, what a joy you taught me, and what pain you brought me", y enseguida comprendemos que esto va a doler. Luego Aretha se eleva un poco más y entre un mar de cuerdas nos dice "why have you awakened and then forsaken a trusting heart like mine", y sabemos que todo está a punto de saltar por los aires. Y cuando Aretha, allá por el segundo minuto de canción, nos dice "where there was hope there's an empty shell", entonces ya no hay duda, entonces comprendemos que ya no está cantando: está haciendo magia. Una de las frases mejor interpretadas de la historia de la música, y aún diría más: en la manera que tiene Aretha Franklin de trasladar el aire del diafragma a las cuerdas vocales en el preciso instante en el que ese empty muta en ese shell, ahí, justo ahí, juraría que he llegado a atisbar, en ocasiones, el secreto de la inmortalidad.
Yo me declaro siempre que puedo un gran admirador de la Ella de los songbooks y Berlín, de la Dusty que volvió de Memphis o de la ternura infinita de las cantantes francesas de los 60. Pero esto... esto es otra cosa. Esto no es una buena canción, joder, esto es el hombro de un amigo.

Aretha Franklin - Sweet Bitter Love (Columbia, 1965)
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