lunes, junio 25, 2007

Charlesaznavour

Charles Aznavour recibe a los visitantes en su coqueta villa nizzarda ataviado con un batín de raso en color rosa palo, con un gin tonic en su mano derecha, en copa balón , y un volumen de 'Las Flores del Mal' en su mano izquierda.
Charles Aznavour es pequeño, pero se crece en el escenario. Uno de sus guitarristas afirma haberle visto alcanzar el metro noventa durante un concierto en el Olimpia. Conviene mantener tal afirmación en cuarentena, ya que el fenómeno no está lo suficientemente documentado.
Charles Aznavour se jacta de siempre saber qué lado de la tostada es el adecuado para esparcir la mantequilla. También dice que una vez la tostada cae al suelo, lo menos importante es de qué lado cayó; sea de uno u otro lo higiénico es desecharla.
Charles Aznavour dice que le gustan las mujeres de enormes pechos, de ahí su gusto por veranear en el País de Gales.
Charles Aznavour dice que aquel que no sabe apreciar la dulzura de un mar en calma y la tranquilidad que transmite un suave viento inferior a siete nudos, en realidad no sabe nada. Cuando dice cosas así siempre te guiña un ojo.
El recuerdo favorito de Charles Aznavour tiene como protagonistas unas esposas, ropa interior de encaje roja y dos senegalesas.
Charles Aznavour tiene dos mil trescientos años. Durante ese tiempo ha sido un dedicado actor de kabuki, un fiero lancero del cuerpo de húsares de Federico el Grande y un habilidoso acróbata. Dos mil trescientos años dan para mucho.
Charles Aznavour es el depositario último de un buen puñado de lenguas muertas, incluído el gálata, lengua en la que cuando se le va la mano con los combinados gusta de hacer chistes que nadie más entiende.
Charles Aznavour es ducho en el manejo de todo tipo de armas de fuego. Lo de aquel cazador lombardo fue un desgraciado accidente.
La segunda vez que falleció Charles Aznavour, los médicos que practicaron la autopsia descubrieron que su corazón estaba atravesado por tres cicatrices. Dos eran de amor. La otra, el recuerdo de un mal día.
Charles Aznavour dice que en las caderas de una mujer se encuentra el Paraíso. Dice que en sus tobillos se encuentra el Valhalla. Dice que en sus labios se encuentra el Nirvana. Y dice que en sus pechos está, sí, el País de Gales.
Charles Aznavour se equivoca muy a menudo, pero cuando acierta lo hace a lo grande. Por eso, a partir de hoy obviaremos sus errores. Y no se hable más.
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