domingo, diciembre 24, 2006

Hacia Belén va un caza-bombardero F14 Tomcat, rin rin

Este post viene del post anterior. O al revés. No lo sé. ¿De acuerdo? No lo sé.

Poco a poco voy rellenando lagunas. A saber. Fuimos a la fiesta de unos amigos de Sebas. Barra libre, gente guapa y música lounge. Al cabo de un par de minutos JM dijo "esto es un volcán de mierda en erupción", y nos fuimos. A un garito del centro. Nos bebimos medio bar. Tres desgraciadas intentaron ligar con nosotros. Se reían con nuestras anécdotas. Se reían cuando hablábamos de coches. Se reían cuando hablábamos del puto calentamiento global. "Para mí la morena que se parece a Joan Jett", dije cuando se fueron al baño. "Y para mí", dijo Sebas. "Y para mí", añadió JM. Cuando volvieron les dijimos que nos teníamos que marchar, que debíamos visitar a un pariente que sufría una enfermedad terminal. Se rieron de nuevo. Ya fuera, JM sacó una botella que se había llevado de la fiesta pija y me dijo "brindo por tí, cabrón". Paramos un taxi. El taxista trató de convencernos de que España se hunde por no sé qué y después nos condujo a un bar oscurísimo con sofás de skay y mesas de cristal tintado donde se desarrollaba un espectáculo de transformismo. La concurrencia se asemejaba al casting de una película de terror. Proxenetas, expresidiarios borrachos, sosías de la Pantoja, trapecistas en paro. Lo mejor de cada casa. Cogimos una buena mesa. Sebas le preguntó a una camarera si tenía una baraja de mus y un tapete. JM y yo nos reímos. La camarera no. Sonó mi teléfono. Número privado.
- ¿Sí?
No contestó nadie. Colgué.
Volvió a sonar. Número privado.
- ¿Diga?
No contestó nadie. Me esmeré en distinguir algún gemido, algún sollozo, algo. Nada. Colgué.
Volvío a sonar. Esta vez no me fijé en si ponía lo del número privado.
- ¿¡Quién coño eres!?
- ¿Cómo que quién soy? ¡Soy tu madre!
- Ah. Vaya. (Risa nerviosa). Verás. Me estaban llamando. Vaya.
- Ya te veo. ¿Qué, de fiesta?
- Bueno. Sí. Nada, algo tranquilito.
- ¿A qué hora vas a venir?
- ¿Ir a qué?
- Cómo que a qué. ¡A la cena de Navidad!
- Navidad. Es verdad. Sí. Claro. A la hora de siempre. ¿No?
- ¿Vas a traer a Diana?
- Yo. Verás. No. Me parece que no. No sé dónde está.
- ¿Qué le has hecho?
- Ahora tengo que colgar, te llamo mañana.
Colgué. Sobre el escenario se encontraba ahora un travelo negro con tetas de silicona y un pollón descomunal. JM y Sebas lo celebraban tirados en un sofá, riendo a carcajadas y gritando "Orzowei, Orzowei". En cualquier momento nos iban a romper la cara. Me dolía la cabeza. Me palpitaban las sienes. La boca me sabía a desesperación. Pero más aún a ginebra. Me levanté. Dios, como me dolía la cabeza. Dije: señores, creo que necesitamos un piano bar. Lo necesitamos ahora.
Ahora mismo.
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