No me duele. Mira, no me duele. Y puedo seguir retorciendo y quebrando, que seguirá sin dolerme. Mira.
Que cómo habrás llegado a esa silla, que quién diablos soy, que por qué tú, todo eso te estarás preguntando. Te digo de veras que no lo sé. Cuando descubrí de lo que era capaz - y a estas alturas ya debes imaginar que soy capaz de TODO - pensé que alguien me habría otorgado este don, un don que fuese parte de un gran fin. Y quise comprender, y subí, y llegué hasta arriba del todo, pero allí no había nadie. Estar arriba del todo no es fácil.
No me duele. Mira, no me duele. Y puedo seguir abrasando y rasgando, que seguirá sin dolerme. Mira.
Que por qué te elegí a tí, que por qué estás atado, que si te haré daño, todo eso te estarás preguntando. Has de saber que cuando descubrí de lo que era capaz decidí salir volando a una velocidad supersónica, pero no fui hacia el norte ni hacia el sur, eso hubiera sido demasiado sencillo. No, me dirigí hacia dentro. Y una vez dentro fui hacia atrás, donde comienza todo, y después adelante, donde hay más comienzos. Pero no ví nada, no ví a nadie. Ya he buscado en todas partes. He escrutado cada milímetro de mi piel, de mi alma, y aunque sé que soy capaz de todo, lo cierto es que aún no he encontrado nada. Y ahora voy a comenzar a buscar dentro de tí. Y si no encuentro lo que busco seguiré con otros. Lo siento de veras, pero no tengo alternativa. No es algo personal, de verdad que no.
Cierra los ojos, a tí igual sí te duele.