
Vaya por delante que ni estaba inmerso en un sueño ni pretendo metaforizar nada. No, aquello era exactamente lo que parecía. Un agujero de profundidad cosmogónica repleto de circunstancias desconcertantes. Un agujero en un techo blanco. Me he parado un instante a pensar si la pintura habría caído por algún tipo de humedad que hubiese inutilizado su adherencia, o si en cambio se habría debido al exceso de material íntimo recogido en su interior. Demasiado contenido para tan excaso continente, quizás. He meditado disponer de otro no-espacio de mayor tamaño en el que seguir depositando mi bagaje. El fondo del cajón inferior de la mesilla, o la parte de atrás del frigorífico. He vuelto a mirar hacia el interior del agujero. He visto mujeres, frases incorrectas, gestos inapropiados, actos soslayados y más mujeres. Me ha empezado a doler la cabeza. Ultimamente tengo unas resacas espantosas. Me duelen los oídos. Tengo que pintar.