Si me notan últimamente un tanto callado sepan que se debe a que estos días me encuentro compartiendo ciudad con Kim Clijsters, y eso me tiene tenso. Cómo le puede gustar esa, se preguntarán. Es lo que hay. Como decía aquel: el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Poca cosa más les puedo contar. Que hace dos días me calcé un moco de esos que le hacen a uno desear estar muerto, de esos que de tan gordos parecen un 1 de Enero, por lo llenos que se encuentran de propósitos de enmienda de los del tipo "nunca más". Y sepan que yo para eso de hacer propósitos de enmienda soy bueno, bueno de verdad. Soy capaz de hacer hasta veinte veces el mismo.
La repetición como síntoma de una personalidad compulsiva. Ayer me habló Diana de un amigo que tenía cuando vivía en Granada, un tal Ernesto, quien tenía la manía de jugar cada semana a la primitiva tres columnas exactamente iguales. Si se le decía que eso era una tontería, que si había 600 millones de premio gordo en vez de caerle uno de 600 le caerían tres de 200, él replicaba que sí, pero que si acertaban él y otra persona más, de la otra forma a él le caerían 300, mientras que de esta serían 450. Añadía que si se llevaba el asunto a premios menores la diferencia era brutal. Todo un personaje el Ernesto.
Diana me grita ahora desde el salón "mira, ven, que llora, que llora". Está tirada en el sofá ya que hace un par de días sufrió un percance muy femenino. Siendo tan pequeñita y delgada, resulta la víctima ideal para ese invento diabólico que son los zapatos de tacón, que ella gasta en ocasiones de alturas imposibles, y estos como se pueden imaginar no se llevan muy bien con la lluvia, por lo que sucedió que al ir a abrir un paraguas perdió pié y se escoñó el tobillo. Ahora está tumbada en el sofá con un pie vendado tragándose de una sentada todos los capítulos habidos de "Anatomía de Grey". Al ver que se lanza hacia su decimoquinto capítulo consecutivo le he preguntado si se ha hecho fan de la serie y me dice que "bah, no está mal" pero que lo que de verdad espera con ansia es el momento en el que McDreamy sonríe con los ojos llenos de lágrimas. Dice que ese gesto le ha hecho caer perdidamente enamorada de él. En fin, peor sería que estuviese enamorada de mí.
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