martes, julio 25, 2006

I am a man of means (of slender means)


Con paso firme abandonamos el portal. El aire era denso, la atmósfera cargada, caliente, demasiado. Eché un brazo sobre tu hombro, y recibiste el gesto con una mezcla de condescendencia y resignación. Así llegamos hasta mi Audi, de un gris metalizado, ni un rasguño, brillante, nuevo, magnífico. Entonces sonreí, orgulloso.
Vulgar.
Pensé que te gustaría, pero te limitaste a detenerte junto a la puerta del copiloto, con pose cansada, los ojos cerrados, resoplando, ni la menor muestra de agrado. Entré, abrí el seguro de tu puerta con dos dedos y te hice un gesto.
Entra.
Joder, entra.
Subiste al coche y me esforcé en contemplarte. Por vez primera dudé.
Pero poco.
Notaste que escrutaba tu gesto y esbozaste una sonrisa tibia. Vale, bien, todo bien. Me acerqué, muy despacio, midiendo los movimientos, la mirada clavada en tus ojos extranjeros.
Y te besé.
Me besaste.
Nos besamos.
Luego te apartaste, disgustada, teatral, y me reconveniste: te dije que no lo hicieses. Joder. ¡Es lo único que te dije que no hicieses! Lo único...
Esto te costará otros doscientos euros
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Fotografía de Ian McKell.
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