Si llegase un día en el que tras el enésimo colapso de moribundia dos enfermeros acudiesen a sacarme de casa, y me bajasen por las escaleras en volandas, la osamenta transformada por el paso del tiempo en un amasijo de piezas en equilibrio precario, los músculos atrofiados, el resuello perdido y la mirada gris, y tras sentarme en una ambulancia me hablasen como se le habla al que, se sabe bien, apenas le queda tiempo, un poco demasiado despacio, un poco demasiado alto, "no se preocupe que enseguida le hace efecto", "no tema, le tengo, no se va a caer", si eso sucede, si todo eso sucede, que sea en invierno.
Fotografía de David J. Nightingale.
miércoles, julio 05, 2006
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