jueves, julio 06, 2006

El gordo dijo Camerún

El día anterior los mosquitos me habían acribillado, pero esta vez las picaduras de forma extraña se hacían notar con mayor virulencia durante el día que durante la noche, así que cuando tras ducharme y vestirme me dispuse a salir apenas me molestaban. Vagué sin rumbo fijo durante unos minutos y, tras pasar junto a un anuncio de Dove en el que se podía ver a una morena rolliza junto a la leyenda "presume de axilas", me decidí finalmente a encaminarme hacia mi puticlub favorito. Al llegar, en la puerta me crucé con un joven de gafas con una camiseta negra en la que se podía leer un NO en letras grandes, y luego en letras más pequeñas un no pienso arreglar tu ordenador. Un chiste de informáticos, supongo. Qué risa. La monda. Entré en el puticlub, pero allí no quedaba ni rastro de las putas ni de los sofás de skai ni de los mosaicos de espejos de las paredes. Todo lo contrario, aquello estaba repleto de críos, mucha luz, y farolillos y guirnaldas adornando cada rincón. Sonaba el "Turquoise Hexagon Sun" de Boards of Canada, lo que me resultó extremadamente inapropiado. Entonces uno de los críos, de unos seis o siete años, pelo moreno y ojos verdes, se acercó, agarró mi mano y gritó "¿¡ves mamá como papá vendría!?". Una mujer se acercó entonces y me dijo "vaya, no esperaba que aparecieses por el cumpleaños de tu hijo, ¿es posible que para tí quede aún una esperanza? Por cierto, te queda genial el pelo largo". Pensé en contestarle que mi pelo no era largo y que si estaba allí era de casualidad, pero me hacía tanta ilusión verla sonreir después de tanto tiempo que no dije nada. El niño me soltó la mano y se dirigió al centro del bar, donde el resto de chavales se arremolinaban, jugando a probarse disfraces. A su derecha, un grupo de mujeres hablaban formando corrillos, salvo una mujer pelirroja que apartada de las demás fingía dedicarse a limpiar los mensajes del buzón de entrada de su móvil. A la izquierda un grupo de hombres, los padres supongo, sentados en grandes sofás dispuestos en filas paralelas miraban hacia una pantalla gigante de televisión. Un partido de fútbol. Me acerqué y pregunté "¿quien juega?". Un hombre gordo me contestó: "semifinales del mundial, Camerún contra Austria". Yo volví a preguntar "los de verde, ¿quién son?". El gordo dijo Camerún. Me quedé un rato viendo el partido junto al resto de padres, quienes vitoreaban cada jugada de Camerún y silbaban cada esfuerzo de Austria. Me pareció ridículo, así que me levanté y me dirigí a los baños. Allí, en un espacio mínimo, se concentraban todas las putas del bar. Una de ellas me increpó "no sé como se te ha ocurrido organizar el cumpleaños de tu hijo aquí, mira como nos tienes". Yo me disculpé y, ya que estábamos allí, propuse iniciar una gran orgía que comenzase con una irregular sucesión de franceses naturales y finalizase en una explosión de griegos profundos, pero una de ellas contestó que no le parecía correcto porque podía entrar algún niño o, peor aún, algún seguidor de Camerún. Tenía razón, así que propuse a cambio que jugásemos a las palabras encadenadas. Les pareció genial, y dieron palmas y profirieron grititos de excitación. Entonces una de ellas, al fin, dijo: "vale, empiezo yo: maraca". Era mi turno, dije: "camión".
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