Vacaciones y puentes. Regla número uno: la víspera de los mismos ni se te ocurra coger el teléfono si quien llama es alguien a quien añoras, porque si lo haces acabarás siendo incapaz de disfrutar como tenías pensado ese puñado de días libres, esos que tanta falta decías que te hacían, esos que menos-mal-que-han-llegado-creí-que-no-aguantaba-más.
Ese puente digamos que empieza un jueves, y el miércoles por la tarde, mientras estás desprevenido, pensando en qué variante de la pereza utilizarás para quemar el ocio que se avecina, suena tu móvil y descubres que quien llama es ese "alguien a quien añoras". No lo cojas, haz como que no lo oíste. Entra en el registro de llamadas del móvil y bórrala, y luego entra en tu registro mental de sucesos y sepúltalo también, allí donde entierras aquello de lo que jamás quisieras acordarte. Porque si coges el teléfono ese alguien primero te dirá que ayer te echó mucho de menos, y luego te preguntará si tienes pensado ir a alguna parte durante esos días (si llegaste a este punto, ésta es tu última escapatoria, así que miente, dí que sí que te vas, donde sea, aunque tu única intención sea quemar sofá), y para acabar ese alguien destrozavacaciones te dirá que genial, que te llamará, mañana o pasado, para tomar un café o algo. Y así nos vemos, jo, qué ganas.
Y entonces verás cómo transcurre el primer día y no te llama, y luego caerá la tarde del segundo y tampoco lo habrá hecho. Y cuando llegue el tercero descubrirás que trastocaste todo tu horario para dejar hueco a una llamada que jamás se produciría, y que hubo un puñado de cosas que tenías pensado hacer pero no hiciste porque pusiste toda tu rutina a disposición de esa llamada. Y el lunes ese "alguien a quien añoras" te llamará y te dará una explicación plenamente convincente de por qué no te llamó, pero ya será demasiado tarde para todo, y esos días que tanta falta te hacían no habrán servido para nada. Y todo porque eres idiota, porque cogiste ese puto teléfono que supiste desde el principio que no debías coger.
En fin, vamos a dejarlo, que ésto más que un post parece una columna de Carrie Bradshaw. No resulta tan ridículo como titular un post con una frase de Mecano, ni como escribir de un tirón algo tan lamentable como "sumido en mis superficialidades y descifrando íntimos avatares", pero casi. Así que para que la cosa no quede en simple latigazo nazareno procedo a dejarles este enlace, el cual les llevará al blog de Gonzalo Hidalgo Bayal, un escritor espléndido que les animo desde aquí a descubrir, si es que aún no lo han hecho. Lean su "Paradoja Del Interventor", recién reeditada por Tusquets, y denme las gracias, almas de Dios. Y ya que estamos, santifico y despido este escrito animándome a tentar su ayuno eucarístico con esa foto de ahí arriba, obra de Jean-Paul Four, vía Las Insólitas Aventuras Del Pez.
domingo, abril 16, 2006
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