martes, abril 25, 2006

Idioteque

Hubo un tiempo en el que me fascinaba mi sangre. No me refiero a mi ascendencia, ni a mis raices, no, cuando digo sangre me refiero a eso, la sangre, densa y roja. No entraré en demasiados detalles ya que si bien ustedes ya saben que me muevo entre elementos ligeramente metaforizados, tampoco es cosa de espantarles, pero sí que diré que en esa época de la que hablo, la época en la que me hipnotizaba mi propia sangre, recuerdo que pensaba a menudo en la suerte que tenía de que el objeto de mi embrujo fuese MI sangre, y no LA sangre. Menos mal, por suerte tan sólo me seducía la mía, pero lo cierto es que el hechizo era tan intenso que me costaba pensar en otra cosa.

Hacía tiempo que no pensaba en aquello, es curioso cómo sepultamos determinados recuerdos, pero hay un par de cosas, que no vienen al caso, que me han hecho recordar aquellos días, unos días en los que me sumergía en aquella fascinación hematológica en compañía de una simpática trabajadora del Zara (os sorprendería saber la cantidad de gente que anda en las mismas, no en lo del Zara, sino en lo de la sangre), que si bien andaba inmersa en aquella misma obsesión, en su caso lo que buscaba no era tanto el deleite en matices cromáticos y luminosidades, como el disfrute de la erosión y su consiguiente padecimiento. Y tengo un recuerdo concreto de toda esa historia, por lo demás razonablemente olvidada, que trata de cómo cada sábado, que era el día que nos veíamos, nunca otro, tras levantarnos de la cama exhaustos, finalizadas aquellas sesiones sexo-sanguifacientes, bajábamos mi dependienta del Zara y yo a una cafetería cercana y allí nos enseñábamos extasiados párrafos subrayados de libros de viejos poetas franceses que a ambos nos embelesaban, y así, doloridos, coagulantes y maravillados, gastábamos horas y más horas. Y recuerdo que yo, mareado por la cicatrización a la vez que embrujado por aquellos sofismas mágicos, de cuando en cuando me decia para mis adentros: Dios mío, todo esto es raro. Todo esto es MUY raro.

La fotografía es de Paul Buceta, y la modelo es JustLinda.
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