"Somewhere, not here
I know you are somewhere, not here
You're my waking thought, you're the smile on my lips
Are you thinking of me?"
La noche se desarrolló con inusual tranquilidad, por lo que esta mañana me levanté relativamente temprano. Sintiéndome como el afortunado poseedor de un tiempo regalado he bajado a desayunar armado de buen ánimo, y tras comprar el periódico he acudido al bar de casi siempre, a tomarme el habitual pincho de tortilla y café. Luego, mientras caminaba de regreso a casa (hacía un día espléndido) he estado pensando en la sartén que compré ayer, y por vez primera he caído en lo absurdo de pagar treintaytantos euros por ella. No entiendo cómo no lo pensé antes...
Cuando he llegado a casa he lanzado una mirada rutinaria al espejo del cuarto de baño y ha sido entonces cuando he visto cómo resbalaba un minúsculo hilo de sangre por la comisura de mis labios. He abierto la boca y por más que he rebuscado no he encontrado herida alguna, siquiera un arañazo. Sin embargo, según discurrían los segundos el hilo de sangre iba ganando en densidad hasta que, a pesar de no notar sabor alguno, he comenzado a sentir la sangre deslizándose por mi garganta. Definitivamente alarmado he abandonado el cuarto de baño, y en el pasillo me he topado con un chaval rumano de unos doce años que me ofrecía una servilleta y me decía "oye, ¿estás bien?". Lo decía sin acento alguno y con la voz de una mujer de unos treinta años, y me ha resultado todo tan extraño que he cerrado los ojos, o eso me parecía, porque lo que en realidad estaba haciendo era abrirlos. Estaba acostado, en mi cama, y primero he reparado en el techo de mi habitación, con su lámpara rota, y luego en una cara de mujer que me decía "despierta, hombre, despierta", una cara que en un primer instante me ha resultado absolutamente desconocida. Luego han comenzado a acudir a mí los recuerdos: la cena de ayer en el restaurante indio, la fiesta en casa de Lola, las risas, la bebida, la maría, la conversación... Ella, ahora sí la recordaba (el taxi, el sudor), me miraba con un gesto que denotaba no sólo simpatía, sino incluso diría que cariño, y acompañando sus palabras de una sonrisa, como queriendo evitar que sonasen a reproche, me ha dicho: "¿no piensas que no es demasiado apropiado que te pases diez minutos susurrando en sueños "Sofía, Sofía, Sofía" cuando estás en la cama con alguién como yo, que me llamo Inés?". He cerrado los ojos, mareado de repente, y he comenzado entonces a pensar en qué me podía inventar para sacarla de mi cama, de mi casa, para no tener que pasar con ella el resto del día. Me ha comenzado entonces a doler un poco el pecho y he recordado a alguien que una vez me dijo que cuando te duele así, no es el corazón lo que te duele: es el pasado.
La fotografía, ahora fondo de escritorio de mi pantalla, es de Norbert Guthier.
domingo, marzo 26, 2006
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