miércoles, marzo 29, 2006

L'encre de tes yeux

Hoy no estoy para trámites.

Hay ciertas cosas que se echan mucho más de menos mientras aún permanecen cerca. Cosas cuya ausencia provoca un mayor lamento cuando todavía no se han ido.

En la cortina de mi ducha viene escrita una leyenda que clama, en letras azules enormes y entre signos de admiración, ¡Hoy va a ser un buen día!. Me gustaría que ese texto autoafirmativo tuviese más de profecía, y menos de maldición.

En una habitación de mi casa hay un espejo que no refleja nada. No importa lo que le pongas delante, que lo único que puedes contemplar en él es una silla vacía. En la misma habitación hay también una puerta que no comunica estancias, una puerta que al atravesar te conduce al lugar del que partiste. A veces he considerado posible que espejo y puerta, puerta y espejo, hubiesen sufrido algun proceso metafísico que les llevase a intercambiar sus personalidades. Que la puerta, aún con sus bisagras y su madera, sea en realidad un espejo, y el espejo, aún con su cristal y su marco, sea en realidad una puerta. Y supongo que podría deshacer este entuerto si me animase a intentar, al menos, cruzar el espejo. Pero es que esa silla vacía me da tanto miedo...

Hoy no estoy para trámites. Hoy sólo estoy para escribir sin paliativos, usando como tinta la sangre de unas lágrimas que ni siquiera estoy seguro de que sean mías. Uno de mi poetas favoritos sentenció en cierta ocasión: 'Arden las pérdidas'. Y ya lo que creo que arden, hasta generar un incendio capaz de arrasarlo todo.

Hoy no estoy para trámites. Hoy no es un buen día.


Fotografía de Igor Amelkovich.
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