miércoles, febrero 22, 2006

Socios japoneses


Ha sido un buen día. De hecho, ha sido un magnífico día. La reunión con los socios japoneses ha ido sobre ruedas, a pesar de que en principio dudaba que, siendo mujer, la tratasen con naturalidad. Pero no ha habido ningún problema, es más, sabe que les ha gustado mucho, que ha estado muy bien en la exposición del proyecto. Y todo el mundo la ha felicitado. Después ha quedado a comer con Luis y se ha sentido arropada por esa complicidad tan cálida que se crea cuando están juntos. A veces tiene que pararle los pies, pero le gusta saber que le tiene cerca. Más tarde llegando a casa se ha encontrado con Dolores, aquella mujer que tanto la ayudó en su primer trabajo. Sin ella nada de lo que tiene ahora habría sido posible. Se han tomado un café, se han narrado sus presentes, y han quedado en llamarse pronto. Adora a Dolores.

Definitivamente, ha sido un buen día, y eso es lo que se repite ahora, ya en su hogar, cuando liberada de toda ropa se esmera en colocar la toalla sobre el sofá y con mimo dispone las gasas y el alcohol sobre la mesa. Sabe que ha sido un día magnífico, sí, pero no es hasta que la cuchilla comienza a hundirse en su muslo cuando puede al fin ver con nitidez los gestos de admiración en las caras de los japoneses, y el enternecedor rastro del enamoramiento en la de Luis, y el brillo de un genuino cariño en la de Dolores, cuando al fin puede sentir durante unos minutos esas emociones que para ella lo son todo en la vida, sin las que se sabe incapaz de dar un sólo paso.

Fotografía de Michael Andrews, vía Spartan Dog Magazine.
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