jueves, agosto 21, 2008

Luciano y el sexo

Si esto fuese un blog vigilante de la situación geopolítica ahora podríamos hablar de Gori, el Tibet o el disputado voto de los habitantes de Missouri. Si fuese un blog culinario les podría dar mi receta del escalope parmesana o un par de trucos para darle gracia a unas hamburguesas caseras. Pero esto es tan sólo un blog personal, o sea, un simple ejercicio de narcisismo, bochornoso como el diario de una quinceañera y asfixiante como las memorias de un filósofo sifilítico, sin espacio más allá del yo que para el mi y el me. Y si nada les sucede, ni al yo ni al mi ni al me, nada hay que contar. Estos días vivo sometido al canto de sirena de la rutina, habitante del postizo universo que conforma lo habitual. Estos días quedo con ésta y vamos a cenar a restaurantes con terraza, y quedo con estos y bebemos y hacemos el ridículo, y quedo con aquellos y alunizamos en tiendas de postín y saqueamos farmacias de guardia. Lo de siempre. El sopor. No sé. A ver, podría contarles que ayer noche trataba de conciliar el sueño, cosa harto complicada en días tan ociosos, serían las tres de la mañana, cuando comenzó a llegarme a través de la ventana un ruido, un leve susurro que en cuestión de segundos mutó en todo un surtido de alaridos primitivos y gemidos apasionados, una mujer proclamando a gritos su disfrute. Ahs y uhs y asís y ahoras. Media hora de función. Una cosa preciosa. Y esta mañana, cuando he salido de casa, la del séptimo me ha dedicado un gesto de desaprobación y el del tercero una mírada pícara. Al parecer todos han decidido adjudicarme un papel protagonista en el espectáculo nocturno. Y aunque me halaga el que me intuyan tal capacidad de proporcionar alegría, prefiero no dejarme llevar por la euforia pues sé que por las mismas pronto me responsabilizarán de una botella rota en el portal o una pintada en el espejo del ascensor. Eso se lo explicaba esta mañana a mi madre (tu hermana está de vacaciones, tengo que ir al banco, acompáñame) y ella ha dicho el ya clásico "algo habrás hecho". Como si este cuervo se hubiese criado sólo. Luego en el banco nos hemos sentado frente a una mujer vestida de azul y mi madre ha comenzado a hablar y la mujer de azul la ha mirado como si fuese una extraterrestre y luego me ha mirado a mí y luego a ella y luego a mí, así que no he tenido más remedio que tomar las riendas de la conversación. Y cuando hemos salido del banco he dicho "joder, mamá, llevas aquí casi veinte años y sigues hablando como el culo", y ella ha respondido "todos, para todo, tenemos nuestros días mejores y nuestros días peores". Lo cual, de acuerdo, ya sé que como anécdota no vale gran cosa, pero ya les avisé de que no tenía nada que contar, y, qué demonios, ¿verdad que en el fondo les resulta enternecedor ver a este desnutrido mental hablando de su madre?
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