Entonces, no sé muy bien por qué, recuerdo un bloc de post-its en diferentes tonos pastel que me regalaron hace años y que durante un tiempo utilicé a diario para dejarme notas en la mesilla, notas que rellenaba al acostarme y releía al despertar. Tareas a completar el día siguiente, recordatorios, ideas apenas aprehendidas y otros asuntos de similar pelaje. Llamar a fulanito, reunión con menganito, comprar un transformador. Hasta que un día desperté y descubrí horrorizado un post-it en el que se leía un escueto "Huye". Nada paranomal, era mi letra. "Huye". Por supuesto, no volví a utilizarlos, que no parece apropiado para un adulto sano el mantener comunicación epistolar con su subconsciente.
Ruth despierta y se gira. Tiene mala cara. Ayer se nos fue la mano. Teníamos muchas cosas pendientes de no-celebrar. Sin más preámbulos, en frío, pregunta:
- Oye, ¿tú alguna vez me echas de menos?
Pienso "no, a tí no". Pienso "huye". Pienso muchas cosas, pero finalmente me limito a decirle:
- ¿Sabes qué te quedan muy bien las sábanas negras?
Sonríe.