miércoles, mayo 30, 2007

I swear, I'll make it up to you: I miss you

La primera vez que caí en un agujero, éste era tan profundo que pensé que jamás sería capaz de abandonarlo. Entonces apareció un hada y me sacó.
No estoy hablando en sentido figurado. Esta vez no.
La segunda vez que caí en un agujero, éste era tan profundo que pensé que jamás sería capaz de abandonarlo. Entonces apareció un hada y me sacó.
No era el mismo hada. Era otra diferente.
A partir de ese día le perdí el miedo a los agujeros y las caídas. Lo que sucede es que perderle el miedo a algo no significa que ese algo deje de existir.
Así que al cabo de un tiempo volví a caer. Pero esta vez ya no tuve miedo. El agujero era profundo, sí, pero al mismo tiempo encontraba alivio en la esperanza de la llegada de alguna de mis hadas.
Huelga decir que allí no apareció nadie.
Comencé a pensar si no sería precisamente la esperanza, la fé, lo que impedía que el agujero fuese lo suficientemente profundo como para hacer necesaria la presencia de un hada. Pero tampoco lo pensé demasiado, que no era cuestión de quedarse allí varado toda la vida.
Así que acabé saliendo, magullado pero entero, al tiempo que perdía la fe en la existencia de las hadas y comenzaba a creer en la existencia de las casualidades.

Si al frotar esta botella de anís surgiese un genio que me concediese dos deseos, uno sería que nadie jamás volviese a envidiarme, y el otro una bicicleta para mi sobrina. Esta es una semana de mierda. Aunque en realidad ni lo es ni lo parece; soy yo. Me siento cansado, asocial. Viejo. Carente del ánimo necesario para afrontar con garantías los juegos de seducción que implica toda interacción humana. Incapaz de articular mis pensamientos de forma provechosa. Rodeado de conceptos a los que no acabo de encontrarles ni el nexo ni la gracia. Decibelios. Alcohol. Sergi Arola. Sexo sin pasión. Eh, ¿cómo tú por aquí? Fred Perry. Slint playing Spiderland. Sexo sin ganas. Farlopa. Meg. Aviones y tres cervezas. La prisa en forma de cargador Nokia. Déjame un mensaje en recepción. Arrepentimientos para niños y mayores. Una camisa negra. La luna, la luna, la luna.
Vale. Ahora que lo pienso, igual estoy en un agujero.
Recemos porque esta vez quien aparezca no sea un hada. Mejor una bruja.
Pórtense bien, vuelvo enseguida.
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