lunes, abril 23, 2007
Tonight you're mine completely
Cuando las personas se enfrentan a esa clase de preguntas que igual merecen mil respuestas que ninguna, la mayoría se bloquea y opta por la duda. Si les preguntan cómo es su mujer ideal responden con un incoloro "depende". Si les preguntan cual es su canción favorita alegan un "ahora mismo no sabría decirte, hay muchas". Yo no. Yo ante ese tipo de cuestiones siempre aletargo el raciocinio y me lanzo en pos de una reivindicación de la vorágine y el reflejo. Y respondo que mi mujer ideal tiene el pelo rubio y fino y que se ríe usando las dos mandíbulas, y respondo que mi canción favorita es "Will you love me tomorrow" cantada por las Shirelles. Y mañana ya veremos. O sea, un poco lo que hago aquí, donde sólo descubro lo que voy a escupir cuando ya lo he hecho. Así, considero, es más fácil obviar el rasguño y acceder a la herida, eludir la anécdota y convocar el dolor. O no, y resulta que uno no tiene verdad ni en la entraña, que también puede ser, y además da igual. En fin, que todo esto viene a cuento de que el viernes alguien me soltó, con mucha nocturnidad y bastante alevosía, una de esas cuestiones. Me preguntó qué es para mí la felicidad. Y abandonándome a ese vértigo, sin pensarlo, respondí que para mí la felicidad es despertar una mañana de domingo y encontrar sobre la mesa un vaso manchado de carmín. Luego he pasado cada tiempo muerto del fin de semana - que han sido menos de los que me hubiera gustado - dándole vueltas a esa respuesta mía tirada casi al azar, y hoy, no sé si llevado por un desamparo de lunes, se me ocurre que quizás encierre algún trazo de verdad. Una verdad, todas las verdades. Un abril, casi todos los abriles.
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