martes, febrero 13, 2007

Este mundo necesita a Jake La Motta

Eran las tres de la mañana, pasé junto a un cajero, sobre la botonera ví unas bragas rojas, y se me rompió la cabeza, por dentro. Estaba claro que sucedería, se veía venir. Demasiada exigencia, demasiado error, demasiado cansancio, demasiada gente. A ver cómo lo explico. Verán, hace un par de meses yo era yo, o eso me parecía, pero entonces la muchacha que me arropaba decidió que se iba. Esa muchacha, todo hay que decirlo, no era sólo un ser de una dulzura inaudita sino también la yo diría que segunda mujer más bella que haya visto en mi vida, con una delicadísima expresión infantil en el rostro y un pelo precioso y una sonrisa apoteósica de esas que te abren un tetra-brik sin tocarlo. Y mientras escribo esto imagino a Sebas diciendo "¡y vaya culo!". También. Por supuesto, a su vez arrastraba un buen puñado de defectos, pero sería poco caballeroso por mi parte el proceder a enunciarlos ahora que la odio. Y a lo que iba: que decidió largarse, y si me preguntan, con muy buen criterio. Y yo estaba bien, yo estaba estupendamente, porque aquello sí, pero no, pero a veces. Ya me entienden. El caso es que los que me rodean, que me quieren sin duda más de lo que merezco y que tienen la mala costumbre de dar más de lo que reciben, se asustaron. Que no piense, que salga, que beba, que no esté sólo, recordad aquello, decían. Y me han tenido no sé cuánto tiempo de acá para allá. Festividades y vísperas. Días de diario y fines de semana. Meses. Y me he emborrachado más de lo normal, y he amanecido con desconocidas, y me he torcido un tobillo, y casi me pegan varias veces, y he lanzado por la ventana enseres de gran utilidad, y acabé visitando el mar que no era. Y ayer ví unas bragas rojas en un cajero, y se me rompió la cabeza, por dentro, y apenas he podido dormir, y al abrir los ojos he visto la montaña de asuntos que he ido dejando de lado y que ahora requieren mi inmediata atención, y me he asustado, y le he dicho a Ruth que se fuese, que ya está bien, y ella ha respondido "pero podemos echar un polvo de vez en cuando, ¿no?" y he sentido algo que se parecía mucho al amor, y he cerrado la puerta. Y le he dicho a mis amigos que me voy dos semanas a Londres, mentira, para que no me llamen. Y ahora me voy a la cama. A dormir. Mucho. Y jugaré a que con esto trazo una linea que separe dos todos. Porque las cosas hay dos formas de conseguirlas: consiguíendolas, y fingiendo que las has conseguido.
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