Peeps salía por las tardes a jugar al jardín. Allí, desenterraba su yoyó y contemplaba extasiado las luces fluorescentes que éste desprendía al subir y bajar. Al cabo de un rato, enterraba de nuevo su yoyó y volvía a entrar en casa. Todo este ritual se desarrollaba a escondidas, ya que su padre le había dicho que su adorado juguete era en realidad un poderoso emisor de energías negativas, que aquello que lo hacía especial era a su vez lo que lo hacía peligroso, y que debía deshacerse de él.
Desde que habían emigrado de Alemania, tras el ascenso del nazismo, su padre, un reputado científico y psicoanalista, y uno de los principales teoristas post-freudianos, había devenido en alguien cada vez más uraño y excéntrico. Se encerraba horas y horas en su laboratorio hasta que lo abandonaba con la mirada encendida, clamando que había descubierto nada menos que la energía de la vida, y que era capaz de construir máquinas que curasen toda enfermedad con tan sólo penetrar en su interior. Su madre, cansada, les había abandonado hace unos años, y la comunidad científica ridiculizaba cada vez con mayor saña los descubrimientos de su padre. Pero Peeps no pensaba igual que ella, que ellos. No, Peeps, a sus trece años, profesaba por su padre una admiración infinita, su padre lo era todo para él. Y sabía que si los demás no opinaban igual era tan sólo porque no habían visto lo que él había visto, aquel día en el que trasladaron al desierto una gran máquina repleta de enormes tubos metálicos - "rompenubes", la llamaba su padre - y una vez allí, tras unos instantes de intensa actividad, lograron crear la más increíble magia que jamás hubiese imaginado: lograron crear lluvia.
Ahora Peeps se ha transformado en Peter, y su padre Wilhelm hace ya muchos años que falleció, en prisión, apenas un año después de ser encarcelado por fuerzas gubernamentales, todos sus inventos destruídos y su uso prohibido. Pero aún hoy, siempre que llueve, cuando el sol desaparece y la luz del cielo se difumina, Peter recuerda a su padre y se dice a sí mismo que algo bueno está a punto de suceder. Y le imagina otra vez a su lado, diciéndole de nuevo "y con sólo imaginarlo, Peeps, con sólo imaginarlo nosotros podemos conseguir que suceda".
Más información: Wilhelm Reich, Dreaming KB Message Board, Peter Reich's A Book Of Dreams, Kate Bush's Cloudbusting.
jueves, noviembre 30, 2006
blog comments powered by Disqus
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)