Hace unos días acudí con Sebas a contemplar un espectáculo deportivo que, como esperábamos, resultó extremadamente soporífero. Así que, tras mofarnos de sus participantes con toda la saña que llevábamos en los bolsillos, decidimos dedicarnos a, por pasar el rato, idear el piloto de un serial televisivo, neo-surrealista, hipnótico e innovador. Desde el primer instante fuimos conscientes de nuestro principal handicap: no somos gays, lo que en tal oficio parece ser una dificultad casi insalvable. Nos propusimos además rizar el rizo negándonos a utilizar madres solteras, lesbianas de profesión diseñadora o, huelga decirlo, críos. Al rato Sebas propuso que cada capítulo se desarrollase hacia atrás en el tiempo, de tal forma que comenzase por el final y el verdadero misterio estuviese no en la resolución del enredo sino en su génesis. A mí cuando hago un brainstorming a dos la verdad es que me revienta que el otro tenga mejores ideas que yo, así que le dije que me parecía muy complicado de llevar a cabo y que mejor pensásemos en otra cosa.
Esta incursión en el género, recordé en ese momento, no sería mi debut. No, ese lo tuve hace unos años cuando un buen amigo que pintaba bastante en una puntera productora de cine me invitó a la fiesta de presentación de lo que era su última película. No pregunten qué sucedió aquella noche porque no tengo ni idea, lo que sí sé es que desperté a la mañana siguiente en una cama desconocida, desnudo, y frente a mí, desnuda también, aún dormida, se encontraba una mujer que por aquel entonces era la protagonista de un famoso serial nacional. Tras desechar el primer pensamiento que cruzó mi mente (me he dejado la tele puesta), comencé a preguntarme cómo demonios había acabado allí. No llegué a conclusión alguna. Al rato ella despertó, estábamos frente a frente, y tras dedicarme una sonrisa inocente su gesto tornó en sorpresa primero, y pánico después. No habíamos llegado aún a abrir la boca, nos limitábamos a mirarnos confundidos, cuando la puerta de la habitación se abrió y apareció el que en el citado serial actuaba como novio de su mejor amiga. Gritó: "¿no te cansas de dejarme en ridículo? ¿es que no te cansas?". En primer lugar pensé: "vaya pieza ésta, que se come al amigo de su amiga", luego caí en que estaba mezclando realidad y ficción, aunque sin saber muy bien cual era cual, y al final decidí quedarme callado ya que noté un muy probable peligro físico y no tenía yo el cuerpo para enfrentamientos. Finalmente el tipo aquel se marchó dando un portazo, ella se levantó, se puso mi camisa, y desapareció por la puerta gritando "¡espera! ¿me quieres escuchar?".
El espectáculo deportivo que contemplábamos empeoraba de forma dramática y, aburridos, nos estábamos quedando sin ideas. Así que finalmente dije: "Sebas, creo que ya lo tengo: ¿qué te parece si hacemos una serie en la que cada capítulo vaya al revés, y que el verdadero misterio esté no en el desenlace de la historia sino en su inicio?". Y Sebas respondió: "¿ves? por eso me gusta que pensemos juntos. Al final siempre acabas teniendo unas ideas cojonudas".
Fotografía de Geoffroy Demarquet.
jueves, agosto 31, 2006
blog comments powered by Disqus
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)