viernes, febrero 10, 2006

Las alondras del deseo cantan, vuelan, vienen, van

Bueno, a ver si me explico... Pues miren, resulta que he estado releyendo las últimas entradas de esta bitácora y, no sé, que me ha dado el punto de que quizás esté comenzando a exponerme una pizca más de lo que me gustaría. Así que hoy toca cambio de tercio, y dado que no tengo pulso como para ponerme a dibujar a Mahoma, ni me apetece hablar de los animalitos esos nuevos que han encontrado nosedonde, más que nada porque no me importan una mierda, y que tampoco quisiera limitarme a tan sólo colgarles una de esas fotos de mujeres ataditas que decoran habitualmente las paredes de esta nada santa casa, pasaré a relatarles una anécdota de hace unos días que no me expone en absoluto ya que es de esas cosas que ustedes en cuanto lean tomarán por simple ficción. Mucho mejor así.

Pues bien, esto sucedió el martes pasado cuando tras un concierto se me acercó una morena pechugona en avanzado estado de embriaguez y me dijo "¿Quieres saber lo que me gustaría?". "Vale", dije yo. "¿Quieres saber lo que me gustaría?", repitió. "Que sí", respondí. "¿Quieres saber lo que de verdad me gustaría?", de nuevo. "Venga, dale ya", mi tercera respuesta. "Pues me gustaría que me tumbases boca arriba en tu sofá, desnuda, en perpendicular, con las piernas apoyadas sobre el respaldo y la cabeza cayendo fuera boca abajo, y me gustaría que entonces te pusieses de pie frente a mí y me la metieses en la boca mientras con las manos me exprimes las tetas".

...

Ya ven, tela, nada de caminar de la mano por el parque, nada de ir al cine, nada de presentarme a sus padres. Así está el patio. No somos nadie. Y no me pidan que continúe el relato ya que hay muy poco más que contar, de hecho la escena se cierra con el narrador huyendo despavorido mientras se despide de la tragasables con un tartamudeo, para pasar a dedicar las siguientes dos horas a vaciar, en estado semi-catatónico, una botella de Cutty Shark.

Y ya está, eso es to, eso es to, eso es todo amigos. Les deseo que pasen ustedes un feliz fin de semana, que visiten a menudo Korochi Industrias y que se animen a releer "La Montaña Mágica" de Thomas Mann.

Ah, sí, la ilustración, que se me olvida... Es de Danielle Bedics.
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