Crecí en un edificio cuyo piso bajo estaba ocupado por una clínica especializada en la implantación de prótesis, así que me crié acostumbrado a ver cuerpos mutilados y familiarizado con términos como rueda corsé, prótesis modular o correctores estético-funcionales. Gente con el brazo cortado a la altura del codo o de la muñeca, personas que caminaban sobre piernas de madera y otras escenas similares componían el paisaje habitual que yo, siendo un crío, me encontraba cuando bajaba por las tardes a comerme el bocadillo de nocilla o a jugar al fútbol con mis amigos. Y aún así, tan acostumbrado como estaba a contemplar cuerpos incompletos, me resulta difícil de explicar el tremendo impacto que me produjo el encontrarme cara a cara, por vez primera, con alguien que lo que tenía mutilado no era el cuerpo, sino la mente. Y no, no me refiero a ninguna suerte de retraso mental, no, sino a la ausencia de alguno de esos interruptores básicos que todos manejamos en un momento u otro para imponer la lógica sobre el corazón. Me refiero a alguien que resulta perfectamente normal a simple vista o tras una conversación casual, pero que revela todas sus carencias en un momento dado. Y Sara, la envidiada Sara, la popular Sara, tenía totalmente mutilado algo, ya lo creo, y ese algo era la razón.
A Sara la conocí tal día como hoy, 27 de Diciembre, hace 18 años, el día después de...
Fotografía de JS Rossbach, perteneciente a las Anemic Series, vía Erotismo Gráfico.
martes, diciembre 27, 2005
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