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A partir de ese día caminamos cogidos de la mano por los bulevares, transformamos en sabores las recetas de un libro de cocina japonesa y nos susurramos al oído versos de Paul Claudel. Y la follé como si la amase. Luego vendría aquel viaje, y aquel tedio, y aquel odio. Pero esa es otra historia, ahora sólo quería recordarte que hubo unos días en los que fuiste feliz, y que si hacemos ruido quizás el tiempo vuelva a empezar.
Fotografía de Fredrik Ödman, vía derLangwailer.