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Y ella no va al concierto pero tú sí, y la noche se transforma en un laberinto, y al día siguiente has quedado a las cinco y a las cuatro te estás lavando el pelo por tercera vez y los dientes por cuarta. Y ella en cuanto te ve llegar sabe, porque te conoce, que vas de resaca. Y todo empieza a ir mal. Y llegas al recinto y te saluda la azafata de un stand y te da dos besos y te pide que la invites a tu próxima fiesta, que en la última se lo pasó genial. Y tu ex se da cuenta, porque te conoce, de que no recuerdas a esa mujer ni recuerdas de qué fiesta habla. Y te dedica un gesto de desaprobación, y entonces sabes que está preguntándose qué tipo de persona no recuerda a alguien que ha tenido en su propia casa. Y unos metros más allá ves a alguien a quien sí recuerdas aunque preferirías no hacerlo. Y tratas de evitarla. Pero has estado demasiado lento y ella, azafata también, otro stand, te reconoce y se acerca y te da dos besos y durante noventa interminables segundos exhibe su dialéctica de preescolar. Y tu ex te dedica otro gesto de desaprobación, y entonces sabes que está preguntándose qué clase de persona se mezcla con semejantes descerebradas. Y esa desaprobación, lo sabes, porque la conoces, se multiplica cuando a lo largo de los siguientes cincuenta metros aún te saludan otras dos azafatas más. Y entonces sabes que se está preguntando qué clase de persona conoce a la mitad de las azafatas de un evento de esas características. Y tiene razón, por Dios, claro que la tiene. Es ridículo.
Luego la tarde avanza y la cosa no mejora, más bien al contrario, porque tú estás demasiado cansado y demasiado espeso, y ella demasiado lejos. Y más tarde vuelves a casa y comprendes que las cosas están hoy un poco peor que ayer. Y te acuestas para dejar morir tan nefasto día, pero no puedes dormir, así que te levantas y llamas a unos amigos y quedas con ellos en un bar. Para hablar, para sacarte todo ese peso de encima. Y sales de casa, pero esta vez te llevas dos juegos de llaves. Y te guardas uno en el pantalón y otro en la chaqueta. Por si acaso.