Durante mucho, muchísimo tiempo, entrar en casa le producía cada día un oscurísimo e incontrolable terror. Sabía que disponía de quince minutos, no mucho más, hasta que se desatase la tormenta, y esos quince minutos le resultaban una cima infranqueable. Sudaba, se agarraba el estómago, lloraba, se golpeaba con el dorso de la mano, se tiraba del pelo, se sentía enloquecer. Luego llegó un día en el que aprendió a vivir aquellos momentos de desdicha y desesperación, llegó un día en el que aceptó que lo que había de suceder era inevitable, que se sabía lo suficientemente cobarde como para no afrontarlo, como para dejarlo pasar, como para ser capaz de cada mañana recomponerse desde la nada más abisal y fingir que todo iba bien. Y se creía. Desde entonces, al llegar a casa se descalzaba, encendía un cigarro y se recostaba en el sofá. Inspiraba el humo con parsimonia, miraba hacia el techo con una sonrisa, y saboreaba con delicadeza cada uno de los segundos que le restaban, esos segundos que conducían al infierno.
miércoles, noviembre 30, 2005
Allá, allá lejos, donde habite el olvido
Durante mucho, muchísimo tiempo, entrar en casa le producía cada día un oscurísimo e incontrolable terror. Sabía que disponía de quince minutos, no mucho más, hasta que se desatase la tormenta, y esos quince minutos le resultaban una cima infranqueable. Sudaba, se agarraba el estómago, lloraba, se golpeaba con el dorso de la mano, se tiraba del pelo, se sentía enloquecer. Luego llegó un día en el que aprendió a vivir aquellos momentos de desdicha y desesperación, llegó un día en el que aceptó que lo que había de suceder era inevitable, que se sabía lo suficientemente cobarde como para no afrontarlo, como para dejarlo pasar, como para ser capaz de cada mañana recomponerse desde la nada más abisal y fingir que todo iba bien. Y se creía. Desde entonces, al llegar a casa se descalzaba, encendía un cigarro y se recostaba en el sofá. Inspiraba el humo con parsimonia, miraba hacia el techo con una sonrisa, y saboreaba con delicadeza cada uno de los segundos que le restaban, esos segundos que conducían al infierno.
lunes, noviembre 28, 2005
Cerveza, mentiras y cintas de video

sábado, noviembre 26, 2005
No hay un color, sino el recuerdo de un color

A partir de ese día caminamos cogidos de la mano por los bulevares, transformamos en sabores las recetas de un libro de cocina japonesa y nos susurramos al oído versos de Paul Claudel. Y la follé como si la amase. Luego vendría aquel viaje, y aquel tedio, y aquel odio. Pero esa es otra historia, ahora sólo quería recordarte que hubo unos días en los que fuiste feliz, y que si hacemos ruido quizás el tiempo vuelva a empezar.
Fotografía de Fredrik Ödman, vía derLangwailer.
viernes, noviembre 25, 2005
Pero no me pidas que baile

but maybe I don't want to dance 'cause I've not had as much as you.
Our lives did not begin the very moment that we met.
I don't want to hold your hand, there is so much that I'll forget.
You're no angel from above, you're the last girl I will love.
And maybe I'm not very vocal 'cause I've used the words before,
And the more they were repeated, the more they were ignored.
But the ears my whispers fell on, they weren't deaf,
they were bang on,
'cause they knew I didn't mean it, I just wanted to hang on.
But the world has changed, and how! And I know I mean it now.
So let's toast the last romance, but just don't ask me to dance.
lunes, noviembre 21, 2005
La muerte os sienta tan bien...

Pero no quisiera en esta ocasión centrarme en el fascinante universo del embalsamamiento científico, con sus alcóholes isopropílicos, sus líquidos antisépticos o el revolucionario complucad. No, ocupémosnos del no menos interesante embalsamamiento funerario, ese que consiste en el proceso de tratar de forma química el cuerpo del fallecido con el objeto de reducir temporalmente la reproducción de los microorganismos que provocan la descomposición orgánica, consiguiendo la conservación del finado desde el momento de la muerte hasta el del enterramiento o incineración, y a través del decisivo trance del velatorio. Los agentes químicos que participan en el proceso son variados. El medio químico básico utilizado hoy en día es el formaldehido (formol), al que se añaden en distintas proporciones otros como glicerina, alcohol, fenol, timol, arsénico, cloruro de sodio, cloruro de zinc, sulfato de potasio, hidrato de cloral, ácido acético o bicarbonato de sodio, por nombrar tan sólo unos pocos. Gracias a la acción de tales agentes y a la pericia del embalsamador (en ocasiones obligado a enfrentarse a una tarea titánica, especialmente cuando el óbito se ha producido en traumáticas circunstancias (accidentes de tráfico, asesinatos, suicidios)) los familiares y amigos del finado tienen durante unos instantes, unas horas, unos días, la sensación de que su ser querido descansa en paz, o en ocasiones incluso la sensación de que aún está ahí, la sensación de que aún es posible hacer cosas juntos. Y la posibilidad de hablar de él en presente, de volverle a hacer, quizás por última vez, protagonista de sus charlas. De pensar que nada ha sucedido.
Y os preguntareis: ¿a cuento de qué viene todo esto? Pues viene a cuento de que ya era hora de que se hablase de fútbol en este puto blog, vamos digo yo...
viernes, noviembre 18, 2005
Catedrales

A veces, tras contarme su sueño, sacaba un pequeño cuaderno, muy pequeño, casi como esos que llevan las niñas en la comunión, y apuntaba cosas. Era algo brevísimo, una frase corta, porque apenas era abrir, escribir un poco y cerrar. Cuando acababa, lo metía en una pequeña cajita que cerraba con llave, una llave que dejaba puesta. Nunca escribia si no había soñado con catedrales. Nunca hablamos de su cuaderno, ni la menor mención, ni siquiera en esas tardes de aburrimiento en las que se acaba hablando de aquello de lo que no se quiere hablar.
Trabajaba en una perfumería, mi novia, la que soñaba con catedrales. Una tarde me llamó y me dijo que se quedaba con unas amigas a tomar algo después del trabajo, que llegaría un poco más tarde, que me calentase algo para cenar, que viese yo sólo la película. 'No me eches mucho de menos', me dijo. Digo de veras que no soy curioso, no más que cualquiera, y trato de respetar la intimidad de las personas con las que vivo. Pero aquella tarde no pude evitarlo y abrí su cajón. Abrí la pequeña cajita con esa llave, tan mínima, y eché una ojeada a su cuaderno. Cuando acabé me levanté, metí mis cosas en una maleta y me fuí. No volví nunca a ver a aquella novia mía, la que soñaba con catedrales, pero en días como hoy la echo de menos.
Fotografía de Eve Arnold, vía Photo-Eye.
domingo, noviembre 13, 2005
miércoles, noviembre 09, 2005
lunes, noviembre 07, 2005
sábado, noviembre 05, 2005
Life On Mars
Pues me tiene enganchado. Porque mira que es dificil abstraerse al tremendo encanto de esa diecisieteañera canija (24 tiene en realidad Kristen Bell, la actriz), con sus pucheritos, su vocecilla malvada, sus modelitos, o sus ojillos revoltosos y semi-estrábicos. Pero aún hay más: la serie tiene un ritmo indudable, con capítulos tan antológicos como ese en el que sale nada menos que Paris Hilton haciendo de, claro, mega-pija con padres forrados (lo borda, no hay nada como imitarse a uno mismo cuando uno sabe bien quién es), y que vienen enmarcados en una banda sonora tremendamente efectiva, de la sintonía obra de Dandy Warhols, a las ocasionales aportaciones de bandas como French Kicks, Spoon, Radio 4, Postal Service, Ivy, Interpol...
Un mundillo la mar de interesante, con sus admiradores y sus detractores, y con un ingente número de páginas a la entera disposición del Mars-adicto: la de Rob Thomas, el creador (donde incluso se puede consultar la banda sonora capítulo a capítulo), Mars Investigations, Neptune High, Neptunesite...
miércoles, noviembre 02, 2005
Es el que escribe las canciones de la radio
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