jueves, enero 11, 2007

El tercer hombre

Hace casi un mes que no paso una noche en casa sólo y sobrio. Pero al fin me apresto a hacerlo. No hay nada que me apetezca más. Abro una botella de buen vino que tenía guardada para una ocasión especial, saco una bolsa de patatas Lays serie grandes sabores ibéricos, variedad jamón, introduzco en el reproductor el DVD de 'El Tercer Hombre', y me siento en el sofá, dispuesto a dejar pasar el tiempo de forma, al fin, inofensiva.

Suena la puerta. Joder. ¿Abro o no abro? A la mierda, abro. Es Martina. Esbozo una sonrisa y digo "qué tal, feliz..." y sin dejarme acabar la frase da dos pasos hacia mí, levanta su mano derecha y con un gesto que de tan fugaz es casi invisible me mete un guantazo de proporciones siderales. Después dice "tú eres idiota o qué" y dice "por qué no me devuelves las llamadas" y dice "estaba muy preocupada". Y yo digo "qué llamadas" y digo "niña, vaya derechazo". Ella dice "ni siquiera me has llamado para felicitarme el año nuevo" y dice "me contaron lo de Diana" y dice "igual te he dado demasiado fuerte". Y yo digo "es que hace días que no paso por casa" y digo "no tenías de qué preocuparte" y digo "hostia, qué daño".

Luego me pide disculpas y pone cara de pena. Yo hago lo mismo, pero a mí me sale mejor porque lo de tener media jeta colorada ayuda. Le digo que me disponía a ver 'El Tercer Hombre', que tengo buen vino y tengo patatas, que si se apunta. Ella dice que vale. Y nos sentamos, pero apenas atendemos a la película porque nos dedicamos a hablar de cosas que no vienen ahora al caso. Al principio hablamos los dos, pero luego habla ella sóla porque a mí me encanta oirla hablar. Tiene un tono de voz suave, bien modulado y un tanto grave, casi neutro. Y así seguimos un buen rato, ella enlazando frases sin el menor esfuerzo, y yo escuchando embelesado. Una delicia.

Más tarde abro los ojos. Me duele el cuello. Estoy sentado y tengo una manta sobre las piernas. En la televisión ya no está Joseph Cotten, sino Pau Gasol. Estoy sólo. Al principio pienso que estoy soñando. Luego pienso que no, que acabo de despertar y que el sueño ha sido lo de Martina y su guantazo. Pero después me noto algo en la frente, y me la toco, y resulta que tengo un post-it pegado, y lo leo y pone:

Ya te vale, quedarte dormido.
Tú no tienes una hostia, tienes DOS.
Que descanses. Un beso.

O sea, que me he quedado dormido. Martina me estaba hablando y me he sobado. Soy lo peor de lo peor. En este sofá últimamente me pasan unas cosas rarísimas. Será eso, el sofá.

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