Llevaba unos días sintiendo una cierta nostalgia de aquellas tardes de mili gastadas en un cine de pueblo viendo películas pasadas de moda y ordenando pensamientos, así que le dije a mi morena favorita que declinaba su invitación, que ya había quedado con un amigo (mira que puedo llegar a ser gilipollas a veces), y me fuí al cine. Sólo. Cuando llegué, me encaminé hacia el puesto de refrescos y palomitas y una chavala se me acercó y me lanzó una sonrisa. Era rubia, con el pelo lacio, suavemente rolliza, de ojos claros muy pintados y pestañas de un largo artificial. Vestía pantalón vaquero y un jersey blanco de angorina que anunciaba martes, diciembre 06, 2005
Qué grande es el cine
Llevaba unos días sintiendo una cierta nostalgia de aquellas tardes de mili gastadas en un cine de pueblo viendo películas pasadas de moda y ordenando pensamientos, así que le dije a mi morena favorita que declinaba su invitación, que ya había quedado con un amigo (mira que puedo llegar a ser gilipollas a veces), y me fuí al cine. Sólo. Cuando llegué, me encaminé hacia el puesto de refrescos y palomitas y una chavala se me acercó y me lanzó una sonrisa. Era rubia, con el pelo lacio, suavemente rolliza, de ojos claros muy pintados y pestañas de un largo artificial. Vestía pantalón vaquero y un jersey blanco de angorina que anunciaba
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