lunes, abril 30, 2007

Mira, mama, sin manos

Estos se han ido y me he quedado sólo en el bar. Angel me habla de fútbol y toros, cumpliendo con su deber de barman. Alguien le hace un gesto desde el otro lado de la barra y va a atenderle. Yo dejo caer la cabeza hasta recostarla sobre mi mano derecha, sobre la barra. Me gustaría dormir.
- Qué, ¿te ha dejado la novia?
Es una voz de mujer. Me giro. Tiene un foco detrás y apenas distingo sus facciones. Le respondo que no es tristeza ni melancolía, sino puro cansancio. Un cansancio atroz, pesadísimo, que me impide siquiera levantarme de la silla e irme a casa.
- Vale, entendido, no me quieres sacar a bailar...
Se sienta a mi lado. Parece simpática y es bastante bonita, lo que resulta injusto ya que ni mi presencia, abatida, ni mi conversación, enmarañada, me hacen merecedor de semejante compañía. Me dice que se llama Sarah.
- Ojo, acabado en h. Es que mi madre era australiana.
Me cuenta que nunca bebe alcohol. Me cuenta que es vegetariana, pero que a veces come pescado. Me cuenta que hace mucho deporte. Que nada a diario. Que juega al badminton los fines de semana. Que hace trekking, en verano. Yo decido pegarme un tiro en un pie y le digo que no se deje engañar por mi aspecto de tardoadolescente, que podría ser su padre.
- Ya le gustaría a él.
Luego aclara que ella tampoco es tan joven. Me cuenta que trabaja en una empresa que suministra servicios informáticos a empresas del sector farmacéutico. Que su color favorito es el negro. Que su hobby es pintar. Colorear lienzos, lo llama. Me cuenta que hace cinco años pasó un mes en coma por un accidente de tráfico.
- Y aprendí una cosa: que no hay tiempo que perder.
Yo también estuve en coma, y perder el tiempo sigue siendo mi actividad favorita.
Un par de horas después estamos en mi casa. Yo estoy tumbado, boca abajo, sin camisa, y ella está sentada a mi lado, en sujetador. Pasa sus manos por mi cuello y luego lo besa. Pasa sus manos por mi espalda y luego la besa. Pasa sus manos por mis hombros y luego los besa. Es la gloria. La puta gloria. Se me cierran los ojos. Creo que tan sólo ha sido por un instante, pero al parecer he hecho algún ruido delator.
- ¡No lo puedo creer! ¡Te has dormido! Tío, ahora sí que te pareces a mi padre.
blog comments powered by Disqus