- ¿Cómo te llamas?
- Judith.
- Venga ya.
- ¿Qué pasa?
- Es la clase de nombre que te dan ciertas mujeres cuando no quieren darte el verdadero.
- ¿Me estás llamando puta?
- ¿No?
- ¡Me estás llamando puta!
La has cagado. Has insultado gravemente a una dama. Deberías irte a casa. Las cosas tan sólo pueden ir a peor. Si te quedas en el bar acabarás vomitando sobre tu americana favorita. El portero centroeuropeo te hará rodar por el callejón. Acabarás participando en una conga a ritmo de merengue.
- ¿Cómo te llamas?
- Edith.
- Vaya día. Acabo de conocer a una que se llama Judith.
- ¿Me estás llamando puta?
Deberías irte a casa. No pidas otra copa y vete a casa. Es tu deber. Aunque también es posible que estés dispuesto a enmendar tu error. Que sientas deseos de presentarle a Judith tus más humildes disculpas. Que te dediques a lanzarle miradas de súplica. Que te esfuerces en mostrarte arrepentido. En fin, es posible que ella acabe respondiendo con simpatía a tus ruegos.
- Judith, quizás te apetezca que vayamos algún día a los coches de choque.
Es posible que ese primer paso en falso no haya logrado abatir un amor predestinado. Que esteis hechos el uno para el otro. Que disfruteis de un noviazgo pleno de batidos de fresa y visitas al videoclub. Que vuestras amistades os bañen de arroz en una boda blanquísima. Que tengais un niño muy sano que acabe estudiando Económicas. Que aguardeis la vejez caminando de la mano por el parque y compartiendo el líquido en el que bañais vuestras dentaduras postizas. Que un Domingo por la mañana te visiten tu hijo y su esposa.
- Papá, vamos a tener un niño.
- Qué alegría, hijo mío.
- Y le vamos a poner tu nombre, papá.
- Qué gran alegría hijo mío.
Y es posible que un par de años después tu hijo vuelva a visitarte.
- Papá, vamos a tener una niña.
- Qué alegría, hijo mío. ¿Y le pondreis el nombre de tu madre?
- ¿Judith? No jodas, papá.
viernes, enero 19, 2007
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