jueves, marzo 16, 2006

Ojos de gata

Hoy al llegar a casa me he cruzado con una rubia que lucía un ojo de cada color, pero no a lo Bowie, verde y azul, sino más heavy: azul y negro. Y entonces he recordado a una chavala con la que tuve un lío hace unos años. Porque con aquella no puedo decir que salí, ni que tuve una historia, ni un rollo, ya que lo que tuve fue eso, un lío, un lío de tres pares de cojones. Pero a lo que iba, que esta rubia me ha recordado a la morena de entonces, quien poseía como rasgo característico y turbador lo albino de las pestañas de su ojo derecho. Pelo moreno, cejas morenas, pestañas de ojo izquierdo negras, pestañas de ojo derecho albinas. Era una cosa ciertamente hipnótica, ya que dependiendo de qué perfil contemplases te parecía que hablabas con una persona u otra. Entendereis que en la piltra aquello llegaba a resultar fascinante, asemejándose la experiencia a un menage a trois.

He subido, he cogido el teléfono, he llamado a Laura para quedar este fin de semana, y se lo he contado. Luego le he contado que ayer estuve analizando el color de voz de George Michael y he llegado a la conclusión de que es el reverso absoluto, en cuanto a tonalidad, cromatismo y luminosidad, de la de Rod Stewart. Y también le he dicho que estoy preocupado ya que estos días voy por la calle tarareando una canción del soplapollas de Nacho Cano, esa que tiene una estrofa en la que dice "y llegará un día en que las almas se confundan enunmis moco razón", y no se si esto tiene cura. Laura ha soltado un par de ¿en serio?, y ha metido otro par de risillas, por lo que no me ha costado deducir que no me estaba haciendo ni puto caso. Y ahora que lo veo escrito, la verdad, no me extraña. Vaya sarta de chorradas.

En fin, que no les distraigo más, sigan, sigan con lo que estaban haciendo. Suelten un par de enserios y otro par de risillas, y circulen. Y no se preocupen por mí, que estoy divinamente. Es sólo que llevo ya demasiado tiempo en que cuando me asomo a la ventana me parece que la ciudad es siempre Segovia, y que el mes es siempre Diciembre. Y que cuando miro el reloj son las dos, las dos, siempre las dos.

Fotografía de Stephane Bourson.
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